He llegado, por fin he llegado. He llegado como un pato mareado, seco y descompuesto. Vamos que me merezco una buena ducha y ha pasado sólo hora y media y me dió tiempo a hacer unas cuantas cosas: ir a por una bombona a un sitio a 4 km. de mi casa y comprobar que estaba cerrado, supongo que por ajustes horarios producto de la crisis, ya sabeis, no importa el servicio, importa la pasta y si por la tarde se ahorran a un tio currando y al que hay que pagar, pues eso, eso es lo que prima. Después fuí al Mercadona a hacer la compra del mes y cargarlo todo en el coche, como corresponde. A continuación fuí a poner gasofa, pues el coche fiunciona con eso, con gasofa de la cara (ya no hay gasofa barata y menos en ésta Isla, donde es más cara que en la Península).
Y después me desplacé a un pueblo, Sant Lluis, que está a 2 km. y compré varios avíos, tema desinfectantes del perro y demas mierdas y de paso una bombona, como toca. Y aqui estaba a las 18,30 y teniendo en cuenta que había salido a las 17 horas (hora de Menorca), pues el montante es igual a 1 hora y 30 minutos y en ese tiempo hice todo eso. Lo que en una ciudad llevaría 3 o 4 horas, pues aquí sólo hora y media y en invierno al quedar los cuatro gatos, aún se tarda menos. Ventajas de vivir en el culo del mundo, alguna tenía que tener, digo yo.
Me acuerdo de un taxista de Barcelona, que había leído en el periódico una noticia que resaltaba el tiempo que nos echábamos dentro del coche y parados en los semáforos, un estudio tonto pero clarificante, y venía a decir, que en diez años perdíamos unos meses parados como tontos delante de ellos, y no me acuerdo exactamente si eran 2, 3 o 5 meses, pero me da igual, aunque fuera 1 mes, me parece una verdadera pasada. Y como peatones otro tanto o más: esperando semáforos, esperando buses o metros o trenes o simplemente poniéndose a las colas, que en las ciudades son abundantes. Son tiempos de espera y el tiempo de espera es un tiempo perdido y yo sinceramente, no estoy para perder el tiempo.

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