Y hoy señores y señoras, y lo anuncio a bombo y platillo, que hay un gran Partido. Hoy es la final de la Champions y se juega en Lisboa. Lisboa, Lisboa y yo porque te quiero tanto?, quizá por que conozco tus encantos y ese enclave idílico donde te colocaron o te pusieron. Puede ser, `porque de Lisboa estoy enamorado. Y la final es entre dos equipos españoles y éstos arrastrarán a parte sus huestes, que por supuesto será la más radical, la más pasional y la más descerebrada. Porque cuántos de estos señores que se trasladarán para ver el Partido en directo, aprovecharán para conocer a la linda Lisboa. Pues uno o dos a lo sumo y porque no saben como llegar al campo de fútbol y entonces es porque no les queda otro remedio.
Así es de triste la vida. Así de triste, así de jodida y así de estúpida. Y yo mientras tanto viendo el Partido a más de 1.000 kilómetros y por la caja tonta. Bueno es que si estuviera en Lisboa y rodeado de tanta belleza, mandaría el Partido a tomar por el culo y sin resentimientos. Ya lo vería en diferido o no lo vería y me enteraría igualmente del resultado. Y después de comer me iría a una de esas espléndidas y grandes playas Atlánticas y saludaría al Océano y contemplaría su belleza. Y andar y andar por Lisboa y ver y observar y escuchar sus ruidos y sus voces y con esa cadencia tan melódica que solo tienen los portugueses.
Bueno, volvamos a la realidad cotidiana, que me va dar un infarto. Y después me tengo que atender a mi mismo y eso es muy incómodo. Pues nada que veré el Partido y junto con mis tres hijos y gritaré, uy¡ y casi o por poquito y eso no fue falta, fue penalti. O ¡que parada! y éste partido empieza a ser aburrido, pensaré y sobre todo lo será aún más, si estoy pensando en las bellas formas de mi querida Lisboa y yo haciendo el gilipollas delante de una pantalla. Y esto para mi y para cualquiera con dos dedos de frente, es frustrante y hace daño, mucho daño. Pues nada, que recuerdos a mi querida Lisboa y que espero visitarte pronto. ¡Lisboa te quiero!.
Así es de triste la vida. Así de triste, así de jodida y así de estúpida. Y yo mientras tanto viendo el Partido a más de 1.000 kilómetros y por la caja tonta. Bueno es que si estuviera en Lisboa y rodeado de tanta belleza, mandaría el Partido a tomar por el culo y sin resentimientos. Ya lo vería en diferido o no lo vería y me enteraría igualmente del resultado. Y después de comer me iría a una de esas espléndidas y grandes playas Atlánticas y saludaría al Océano y contemplaría su belleza. Y andar y andar por Lisboa y ver y observar y escuchar sus ruidos y sus voces y con esa cadencia tan melódica que solo tienen los portugueses.
Bueno, volvamos a la realidad cotidiana, que me va dar un infarto. Y después me tengo que atender a mi mismo y eso es muy incómodo. Pues nada que veré el Partido y junto con mis tres hijos y gritaré, uy¡ y casi o por poquito y eso no fue falta, fue penalti. O ¡que parada! y éste partido empieza a ser aburrido, pensaré y sobre todo lo será aún más, si estoy pensando en las bellas formas de mi querida Lisboa y yo haciendo el gilipollas delante de una pantalla. Y esto para mi y para cualquiera con dos dedos de frente, es frustrante y hace daño, mucho daño. Pues nada, que recuerdos a mi querida Lisboa y que espero visitarte pronto. ¡Lisboa te quiero!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario