LOS APÉNDICES

No sé como perdonarme, tengo fallos y fallos en el teclado y que constantemente tengo que corregir  y además mi correo sigue sin poderse abrir. Estoy llegando a un grado de desesperación cuando menos preocupante. Y ¿qué le hice yo a mi mano derecha?. Porque lo que realmente me importa es que no puedo escribir  bien, pues si pudiera hacerlo, lo demás es secundario y carece de importancia y es que es más, ¡ni me daría cuenta de mi déficit!, porque salvo para escribir esa mano no tiene misión ninguna, y es solo un apéndice más o sea un apéndice tan inútil como los demás.

Porque los apéndices ¿para que sirven?. Quizás y solo para adornar. El apéndice  intestinal, es la cosa más inútil que hay y se empeñan en buscarle funciones y funciones y cuando te lo extirpan todo funciona igual. ¿Y el Apéndice nasal o auricular?, que sí, que forman parte del aparato olfativo y auditivo, pero ya está, su función el ambos aparatos no pasa de ser de mera comparsa, pero de nada más. Si quitas a un tío su puta nariz, olerá igual y si le quitas su pabellón auricular, le pasa exactamente los mismo y oirá igual. O sea que en definitiva son dos instrumentos par adornar o para joder y según el tamaño que tengan.

 Y las uñas de las manos y los pies, si son restos antropomórficos y que tuvieron su razón de ser y cuando nos subíamos a lo árboles y el andar de rama en rama era nuestra principal actividad. Pero ¿ahora para qué sirven las uñas?, quizá para teñirlas de negro luto y por la mierda acumulada y nada más. O para quitar las difíciles pelotillas que hay dentro de la nariz. Y los pelos, para  que sirven los putos pelos. Dicen que para cubrir la cabeza  y el cuerpo y así pasar menos frío, pero señores nosotros ya vamos vestidos como personas y para que queremos pelos sueltos por el cuerpo. En fin, otro adorno inútil y otro incordio y que de vez en cuando hay que cortar.