PÁJARITOS, GATITOS Y BURROS

Hay un pajarillo que no para de cantar, ¡qué bonito!, pero yo soy así de contradictorio y se tuviera en mis manos una escopeta de  balines le volaría su puta cabeza y así callaría para siempre. Vamos a ver que yo puedo ser ecologista y eso es la teoría, pero lo que yo no soy es un ecologista que rezume consecuencia y no piso una cuca cuando voy por la calle, sino que la machaco con un buen pisotón. Hay cosas instintivas que ni la más profunda y pura ecología me puede corregir. Si yo nací dando pedradas y perdigonadas a gatos y matar pajaritos era el entretenimiento más divertido y dar pedradas a la larga y poderosa polla de un burro y yo que se cuantas animaladas más.

Y entonces a mi y con esa educación en mi infancia, no se puede pretender que esté reeducado del todo. Ya hago bastante por reconocer y recordar las animaladas que hice, pero por favor, que no se me pida que yo ame a los lindos pajaritos y que adore a los gatitos y pobrecitos y si vosotros supiérais quien realmente soy, ya huiriáis despavoridos. No siendo que me metan en un campo de reeducación y me sometan a terapias conductistas: gatito araña si le haces daño, burro da una coz si le apedreas la polla, bueno más o menos por ahí debían ir los tiros y un caramelito por cada uno que no mate.

Yo cuando leo en el periódico local algo relacionado con el ecologismo me pongo de los nervios. Porque dan cursos de pajaritos y supongo que de gatos y de burros y si por circunstancias de la vida, me exigieran tener que hacer un curso de esos, yo creo que esos animalitos y por tranmisión genética y hereditaria de sus anteriores familiares o sea padres o abuelos, pues que al verme a mi, se cagarían por las patas y al final ni pajaritos ni hostias benditas y solo quedarían un montón de pequeños cadáveres. Por tanto, ni curso, ni pajaritos, ni burros, ni gatos y algún perro famélico también se quedaría medio muerto. Nada, que soy ecologista solo en la fotografía o en el muro del Facebook.

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JULIO CORTÁZAR