SUBIDÓN


El Mundo después de un buen chute de Endorfinas es diferente y es grandioso. Es como si de repente el mundo se encogiera y se pusiera a la altura de tus manos y con el haces te dedicas a hacer una pelota. Y es que me dejado el hígado, los riñones, las caderas y el brazo izquierdo, jugando al Padel. Lo del brazo izquierdo es porque soy zurdo y lo del Hígado, es porque me faltaba el aire y creo que ya estaba respirando por él. Una ducha en agua bien calentita y de nuevo enchufado al mundo.

De todas formas hoy las palabras se me escapan, bueno no sé si simplemente no llegan a mi cerebro. O he puesto un filtro muy potente y casi no pasa ninguna o la cadena de producción está jodida. Pero lo que realmente importa, es que ahora me encuentro muy bien y si me preguntan, ¡qué!, ¿todo bien?, no me importaría contestar que sí, que todo bien o muy bien y que el Mundo es cojonudo. ¡Menudo subidón!. tengo. Parece que estoy en la etapa alcohólica de la exaltación o sea en la  primera fase, en esa en que quieres a todo el mundo y todo dios es buena persona y te quiero y te echaba de menos y mira que eres buena persona.

El subidón de Endorfinas tampoco dura todo el día, pero sí dura unas horas, que siempre es más que la etapa de exaltación de la amistad de la borrachera. Aparte que la bajada es más progresiva y no pasas por la segunda desagradable fase del  alcohol, que es la de ponerte patoso, baboso y pesado. Ya no se te entiende casi nada, das tumbos descontrolados y ya te apoyas por no caerte en alguien o en algo.

Después ya viene la fase comatosa y si antes no has echado el pavo por la boca, ya te quedas sobado en cualquier sitio. Yo tenía un amigo, que en paz descanse, que en esa fase le daba por follarse las columnas y aquello ya era el colmo de la vergüenza ajena. Y en ese momento automáticamente, dejaba de ser mi amigo, bueno dejaba de serlo justo hasta el día siguiente, en que ya volvía a ser persona. Y muy buena persona, por cierto.

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JULIO CORTÁZAR