Claro que el que no vive aquí en Menorca se preguntará,¿que le pasa a éste tío con los guiris ingleses?. Pues no me pasa nada extraño y nada que no pase en cualquier rincón del mundo, sólo hay que ponerse en el sitio del que sufre tanto dispendio. Vamos a ver, que en Invierno esto es Siberia y quedan cuatro gatos apapostiados y se cierra la Isla y con candado. Sobrevivimos y sobrevivimos como podemos y cuando pasa el Invierno, pues viene el verano y esto se pone hasta los topes.
Bueno hasta aquí todo discurre correctamente, pero cuando llegan las hordas de los guiris cambian las cosas. Y por un lado hay vidilla y esa es bien recibida, pero por el otro lado hay excesos, hay prepotencia, hay borracheras desatadas, hay mucha estúpidez por las calles. Nada que no haya visto en otros sitios y en pueblos que en verano se llenan de guiris. Me acuerdo que en Chipiona (Cádiz) en verano caían los de Sevilla y estos en su ciudad natal tenían un pase, pero fuera de ella iban arrasando como Atíla.
Y en A Costa da Morte (Galicia) cuando llegaba el verano venían todos los emigrantes a pasar sus vacaciones y los domingos de mañana se paseaban por cada rincón del pueblo y todo para mostrar sus flamante coches y su ostentosa vestimenta. Y aún hay más ejemplos, pero para no aburrir no sigo. Todos tienen en común eso, que las hordas fuera de su terreno habitual se convierten en salvajes alimañas. Y los ingleses en Menorca no van a ser la excepción a la regla.
Bueno hasta aquí todo discurre correctamente, pero cuando llegan las hordas de los guiris cambian las cosas. Y por un lado hay vidilla y esa es bien recibida, pero por el otro lado hay excesos, hay prepotencia, hay borracheras desatadas, hay mucha estúpidez por las calles. Nada que no haya visto en otros sitios y en pueblos que en verano se llenan de guiris. Me acuerdo que en Chipiona (Cádiz) en verano caían los de Sevilla y estos en su ciudad natal tenían un pase, pero fuera de ella iban arrasando como Atíla.Y en A Costa da Morte (Galicia) cuando llegaba el verano venían todos los emigrantes a pasar sus vacaciones y los domingos de mañana se paseaban por cada rincón del pueblo y todo para mostrar sus flamante coches y su ostentosa vestimenta. Y aún hay más ejemplos, pero para no aburrir no sigo. Todos tienen en común eso, que las hordas fuera de su terreno habitual se convierten en salvajes alimañas. Y los ingleses en Menorca no van a ser la excepción a la regla.
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