EL ABURRIMIENTO

Son las 12 y media y ya es la hora de meterse en el sobre, me queda una ardua tarea por delante, que no es otra que dormir a pierna suelta, para eso, entre otras cosas, estoy de vacaciones. No están resultando mal éstas vacaciones, son familiares y tranquilas. Aburridas no, no tengo tiempo para aburrirme, ya hace tiempo que el aburrimiento desapareció de mi vida y eso que estuvo conmigo mucho tiempo, pero desde hace más dos años lo tuve que despedir y sin indemnización, ni nada. O sea que apliqué el despido libre.

Tardes aburridas, eran aquellas tardes en donde no sabía lo que hacer, aquellos tedios inmensos, aquellas horas vacías. De aquellas no me gustaba pensar y tampoco escribir y entonces, el paso de los días era lento, era lentísimo. De hecho fuera de mi curre, no me gustaba nada, de alguna manera eso equivalía a vivir para mi curre y lo demás era simplemente secundario. Mi vida era un absurdo, no me sentía cómodo con nada, salvo cuando me enfundaba el mono del trabajo. Y claro, me entraban pensamientos negros como el azabache, ¿seré un buen padre?, ¿seré capaz de hacer esto o lo otro?.

Y lo mejor del caso, es que no sé el porqué ni el como hubo ese cambio. Podía decir que estuve un mes encerrado en un manicomio, pero ya lo había estado anteriormente y también durante otro mes y sus efectos positivos solo duraron unas semanas y ésta vez ya pasaron más dos años y aquí estoy, fuerte como un León. O sea que hubo un salto cualitativo dentro de mí, pero que nadie me pregunte el como ha sido. Hay quién dice que simplemente llegó mi momento de dar ese salto y hay quién va más allá y te dice que eso ya estaba escrito. Pero a lo que iba al principio, lo que sé y a modo de conclusión, que el aburrimiento en mi está proscrito.

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JULIO CORTÁZAR