Estamos dentro del Avión, del Avión que nos transporta al otro lado del charco y con un paciente crítico y a veces no tan crítico y entonces parecemos tres gilipollas que vamos de acompañantes. En primer lugar sale uno de los dos pilotos, y al fondo, el enfermero y yo y por supuesto en el medio, mis dos compañeros de guerra y dos amigos entrañables. Siempre me gustó estar en el medio de todo, en el medio de las broncas y peleas, en el medio de donde se cuece todo y en el medio de los nudos de la vida. Yo soy el médico y debía llevar un fonendo en el cuello y a modo de señal identificativa. Pero no lo llevo, pues no me gusta identificarme por los complementos, me gusta más que se me conozca personalmente.
Ésta foto es de hace dos años y en un día cualquiera de verano. De esas no estaba con sobrepeso y me creía un dios en la tierra. Cualquiera que me llevaba la contraria, cualquiera que me tosía, yo ya no respondía de mis palabras y de mis actos. Y ahora me estoy acercando a ese estado, a ese estado de estar delgado, pero ya sin ser un dios, pues hoy me considero un dios casi humano y ya no escupo veneno como antes, ahora reparto sentimientos. Y besos, besos para todos los que me leéis y por supuesto, que me padecéis.
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