Y yo ¿por qué me exijo tanto?, porque no descanso y me dejo llevar por la suave caricia del olvido. Quizá tenga que aprender a hacerlo y para ello tendría que hacer un cursillo de relajación y no de esfínteres, sino de relajación de mente. Aprender a dejarme llevar por los sonidos y por los paisajes y tal como si me hubiera fumado un canuto. O sea parar mi cabeza en ese momento y abrirla como un melón a la naturaleza. Antes cuando fumaba canutos, abría mi mente y hacía una comunión colectiva con mis amigos, una comunión o un cachondeo.
Las puestas de sol eran los momentos ideales para alucinar en grupo, pero también lo eran las noches estrelladas y a la luz de una hoguera o los baños nocturnos en la playa. En plan urbanita ya era distinto, yo no alucinaba con nada, bueno alucinaba con la gente que estaba más colocada que yo y con las putas luces de colores que adornaban a las discotecas. Fumar canutos en sitios cerrados y ruidosos, era hacer una invitación al mareo y al vómito.
En mi habitación ya era distinto, pues con una buena música me hacía el arreglo. Pero al final dios me castigó y por tanto dispendio y un día me dijo: tío te va sentar mal el canuto. Y así fue, de repente el canuto se me atragantó y empezaron las fases de paranoias, oía cosas que nadie escuchaba, me sentía perseguido y vigilado y aquello se convirtió en una tortura china. Al final, con cada canuto fumado me entraban crisis de angustia vital y solo pensaba en la muerte o en la mala suerte. Quizá no me gustara lo que veía en mí y el canuto de alguna forma sólo me ayudó a verlo. Puede que sea así, pero la única solución, fue el dejar de fumar canutos. Ahora no fumo, no bebo, no me drogo y tampoco follo, por tanto, estoy totalmente libre de pecado. En realidad ahora soy un Ángel.
Las puestas de sol eran los momentos ideales para alucinar en grupo, pero también lo eran las noches estrelladas y a la luz de una hoguera o los baños nocturnos en la playa. En plan urbanita ya era distinto, yo no alucinaba con nada, bueno alucinaba con la gente que estaba más colocada que yo y con las putas luces de colores que adornaban a las discotecas. Fumar canutos en sitios cerrados y ruidosos, era hacer una invitación al mareo y al vómito.En mi habitación ya era distinto, pues con una buena música me hacía el arreglo. Pero al final dios me castigó y por tanto dispendio y un día me dijo: tío te va sentar mal el canuto. Y así fue, de repente el canuto se me atragantó y empezaron las fases de paranoias, oía cosas que nadie escuchaba, me sentía perseguido y vigilado y aquello se convirtió en una tortura china. Al final, con cada canuto fumado me entraban crisis de angustia vital y solo pensaba en la muerte o en la mala suerte. Quizá no me gustara lo que veía en mí y el canuto de alguna forma sólo me ayudó a verlo. Puede que sea así, pero la única solución, fue el dejar de fumar canutos. Ahora no fumo, no bebo, no me drogo y tampoco follo, por tanto, estoy totalmente libre de pecado. En realidad ahora soy un Ángel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario