DESPUÉS DE ÉSTA, ME VOY AL CIELO

Y es verdad que mientras ahí afuera muchos roban y chorizan y se ponen hasta las botas de farlopa, de wiski y demás drogas ilegales, yo sigo aquí al pie del cañón viendo como poco a poco se reconstruye mi casa y sin drogas legales o ilegales, sólo con el sudor de la frente de los que se la están currando y entre ellos, me incluyo. Y lo que sudo por dentro y lo que sufro viendo si las cosas quedan como tocan, aparte que siempre hay algo por hacer, recoger y tirar los escombros, quitar las puertas, en fin, es un sufrimiento.

Ya sé que sarna con gusto no pica y mi casa al final quedará como el palacio de Versalles o casi. Podría hablar del mar azul o verde o de como fornican las hormigas, pero hoy estoy limitado, mi pensamiento no alcanza a salir de estos cuatro muros o paredes. La verdad es que se me retuerce el pensamiento como un puto tornillo y no salgo de mi asombro porque solo veo escombros. Veo basureros de escombros, veo ladrillos, veo cemento.


De todas formas sé que las cosas pasan y que hoy estoy limitado, pero que mañana estaré volando a 5.000 kilómetros de la Tierra. Porque yo no me ando por las ramas y si me pongo a volar no lo hago a 100 pies de distancia. De irme al espacio me voy al espacio interestelar, allí entre estrellas y constelaciones y donde la luz del sol ya no existe, existe la luz del cielo del Universo, que es la misma que usa dios para iluminar sus palacios celestes.

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JULIO CORTÁZAR