Después del cielo, estás tú,tú con tu túnica blanca,
tú que eras la diosa adorada,
la que un día, estuviste,
y la que en otro día, te fuiste,
tú que pasaste como una corriente de aire,
tú a la que retuve lo que pude,
tú que dejaste una profunda huella,
¡sí es que con tu sola presencia!,
yo me sentía el rey de los mares,
o un príncipe azul entre las nubes,
o un dios, o un pavo real,
y también un desgraciado que en ti confiaba
y ahora me doy cuenta,
que antes fuiste princesa,
pero que en realidad,
eres de carne y hueso.
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