Hay personas que para decirte una cosa
que es más o menos importante, primero necesitan decirte el como tú
te encuentras. Y entonces te dicen y a modo de preparación o de
introducción, que últimamente no estás bien o que no quieres oír
cosas profundas. Y bueno, pues yo me pregunto ¿el como lo saben?. ¿Y
para que es necesario analizar primero al contrario o a la otra
persona?, supongo que para que tengan más incidencia la
“profundidad” de sus palabras.
Claro que arriesgan un huevo y la yema
del otro, porque es verdad que se puede acertar, pero se tienen las
mismas posibilidades que de fallar. Se la juegan a cara o cruz y si
aciertan además te dan un golpe moral mortífero. Porque si
últimamente parece que andas sobre la superficie de las cosas, que
te digan eso, te deja como un submarino en el fondo del mar, tocado y
hundido. Y todo para decirte algo que tiene relación contigo, pero
¡todo tiene relación contigo! y para ello, no es necesario el
querer desnudar al contrincante.
No es fácil de explicar, porque las
cosas profundas no tienen fácil explicación. ¡Coño!, que en éste
preciso momento me digan que soy superficial o que estoy superficial,
lo siento pero aparte de no estar de acuerdo, me desquicia. Igual que
no soporto los intermedios de las películas, tampoco soporto los
intermedios de la vida y sobre todo no soporto, los intermedios en
que uno interpreta gratuitamente la situación del otro. La gente
cambia, pero no tanto como se dice y yo me considero un tío tan
profundo, que a veces penetro por un agujero de la Tierra y salgo por
el otro lado del globo terráqueo.
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