Dicen que cuando hay mucha confianza da asco, pues yo no necesito tener mucha confianza para que muchas cosas me den asco. El gatillo del asco lo tengo fácil, pues normalmente me pasa que tengo asco a primera vista. No necesito acostarme con serpientes, para decir que me dan asco y grima o con arañas o con escorpiones. Para mi son bichos deleznables y que odié a primera vista. ¿Y porqué?, eso es mejor preguntárselo a nuestro Creador, porque yo no tengo puta idea. Podía decirse porque todos tienen en común, que tienen veneno, pero yo ya no distingo entre serpientes malas y culebras buenas e inocentes o entre arañas que sólo tejen sus telarañas o las que son malvadas.No, porque no me paro a pensar, no, porque tengo miedo a hacerlo, no, porque soy un acojonado. Puede que ser que venga de los ancestros y que en mi pasado geneálogico haya varios muertos por estos bichos insalubres. Claro que la explicación más simple y más sencilla es que le salió de los cojones a Dios obsequiar mi existencia con estos miedos y así tampoco, no me como más el coco. En mi caso, mis miedos ancestrales se convierten en pánico y el pánico ya se sabe, descontrola todas tus neuronas.
¡Coño!, vas de valiente por el monte y en buena compañía y vas contando tus hazañas y batallitas y ¡zas! te aparece una serpiente y te cagas encima y ya se jodió tu fama tan esmeradamente trabajada. A veces es mejor no contar nada a que te pillen en un renuncio y a veces es mejor no abrir la boca porque así no te entrarán las moscas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario