LUCHAS INTESTINALES

Hay luchas intestinas y hay luchas intestinales. Y yo estoy en plena lucha intestinal y por causa de un buen plato de lentejas, de esas que comes o las dejas, y noto como se divierten jugando a hacer gases. Sonidos de truenos intestinales y de vez en cuando una ventosidad. Que mira que hay que tener mal gusto, para poner ventosidad de nombre, a un simple pedo. Pedo es una palabra preciosa y además es muy sencilla, tiene dos sílabas nada más, claro que ventosidad es más descriptiva y te figuras mejor como te sale el aire o pedo del culo, pero la palabreja es fea.

Que las palabras, nombres, verbos y adverbios, también tiene su poquito de sonoridad y que si suenan bien, las hace ser más bellas. Las palabras son tan coquetas como las personas, les gusta adornarse, les gusta peinarse y les gusta maquillarse. No es lo mismo un pedo que un pedo alucinante. Un pedo alucinante puede ser por su gran sonoridad o por su carácter intimidatorio o porque sus gases y olores son corrosivos y humillantes. Es como cuando te echas un pedo en silencio y para que nadie te oiga, pues pasa que esos pedos son traicioneros, porque el olor a huevo podrido los denota. Y eso sí que es una humillación.

Después te ves obligado a pedir perdón. Pero quién coño te va a perdonar por echarte un puto pedo con olor a mierda (pues nadie) y como notas el ambiente enrarecido empiezas con las explicaciones. Es que hoy comí lentejas, garbanzos o habichuelas y la verdad, es que me sentaron fatal y tengo unos gases que no veas. Vamos, que te conviertes en un apestado y no me extraña, porque los olores de un pedo traicionero son igualitos que los de una poza negra, son aires de las profundidades de las cloacas.

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JULIO CORTÁZAR