LA PREPARACIÓN DEL GUERRERO

Yo tengo mis dos partes, mi parte buena y mi parte mala. La buena últimamente la estoy sacando a pasear todos los días y en cambio, la mala, la tengo olvidada. Tengo que volver a airear mi maldad y extenderle mi mano para recorrer juntos los inmensos campos de trigo o de berzas o de alfalfa. Y tengo que empezar por mi curre: observar, pensar, analizar, vislumbrar y decidir mi táctica y estrategia de ataque y sin más, que empiece el holocausto. Llevo como demasiado tiempo tranquilito y porque desde un tiempo a ésta parte me dediqué a guardar mis muebles y porque los señores jefes, apuntaban directamente a mi chepa. Bueno, pues pasado ya ese tiempo de falsa calma, ahora me toca equiparme para la solemne preparación del guerrero.

Hay que meter estopa y candela y porque la quietud de un lago, está muy bien para darse un baño, pero el querer que los ríos no lleven agua, es como hacer un descarado canto a la sequía. No se puede seguir ocultando sus desaguisados, sus malas maneras, sus intereses de gente mediocre y débil. A los cretinos y para que se enteren, hay que darle su alfalfa en grandes comprimidos, pues pasa que, que si te relajas demasiado, ellos pensarán que están en un Balneario pagado por el heraldo público. Que sufran, que se jodan, que su cargo mediocre le salga caro, por lo menos de salud mental, que el querer trepar tiene su precio, que el ser un incapaz tiene su propia condena.

Y en eso, no hay pactos y cambalaches, aquí sólo se negocian las cantidades de sangre, si serán litros o si serán toneladas. En éste país, los grandes chorizos son casi inalcanzables y por eso de la dedocracia de las castas, pero los chorizos mediocres aún están a tiro de los tiburones y por eso, es nuestro deber como ciudadanos, el ayudarles a hacer sus gestiones y eso pasa por, por leerles la cartilla y el recordárles a estos señores carguitos de poca monta, que la guillotina se puede volver a instaurar en cualquier momento.

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JULIO CORTÁZAR