Claro que si me preguntas ¿si lo sé todo?, pues no me queda otro remedio que reconocerlo, no lo sé todo y es más, ni quiero saberlo. Prefiero sentir el poder de la inocencia y el brío del desconocimiento y porque eso, me estimula y me pone a tope. Y no estoy queriendo decir, que prefiero el analfabetismo, sólo que prefiero el conocimiento a pasos, a pequeños o grandes pasos, pero siempre apuntando al conocimiento. A veces te topas con tíos o tías de esa calaña, sabios y poderosos, orgullosos como pavos reales, verborreicos como una diarrea, sabios de diccionario, listos de mentira, mentirosos como un cuento, sabios y requetesabios de panadería o de supermercado o de bar y esperan que tú te dobles ante ellos y que le beses sus pies asquerosos o que le chupes la polla y ellos esperan eso y otra cosa es, que tú lo hagas.
Sólo faltaría eso, el rendir pleitesía a un payaso y más partiendo de que yo no rindo pleitesía a nadie. Pero así van por la vida, pues ellos se sienten muy por encima de tí. Claro que si le rascas un poco su piel de serpiente, te encontrarás carne podrida y maloliente. Por mi vida, han pasado muchos de estos listillos, yo creo que han pasado demasiados y por eso, mi adversión hacia ellos. Y es que no puedo, no puedo con ellos y si grito, el sonido se rebota y si canto, entonces el mundo llora. Y no sé porque mi memoria me traiciona y les permite un espacio dentro de mi cerebro, pues mi deseo va en contra, mi deseo me dice: si veo un listillo, lo empalo y punto y sin coma.
Si es verdad que el mundo da vueltas, pues que en una de esas vueltas, se lleve y por favor, a tanto listillo. Se haría un gran favor al mundo y de repente desaparecerían de la Tierra, los Emprendedores y las alimañas que dicen ser psiquiatras o psicólogos del saber de la mente y cuando en realidad son tan desgraciados como lo soy yo o tú, pero eso sí, nosotros somos unos desgraciados dignos y felices de vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario