BENDITO SEA EL DÍA

Hoy, ya cumplí mis deberes, ya hice lo que tenía que hacer, que era entenderme por el día de ayer. Hombre, tampoco maté a nadie, tampoco atraqué bancos y robé coches de alta gama y solo escupí algo contra el viento y como hacía mucho viento, el lapo se quedó estampado en mi cara y no pasa nada que no se pueda limpiar con el pañuelo adecuado. Sí, pero me quedó el mal sabor de boca, ese mal sabor de boca que tenía después de una buena y sabrosa borrachera, que tenía antes y que ahora, no echo de menos. De las borracheras sólo echo de menos su fase inicial, su fase de calentamiento y cuando te empieza el subidón alcohólico y cosa, que pocas veces ocurría, pues mi forma de beber en mis buenos tiempos de darle a la botella, era tan agresiva que pasaba de la fase inicial directamente a la fase final o fase babosa.

Era como si al alcohol le exigiera que tuviera vida y que cada trago fuera un elixir de vida. Y todo esto lo digo, porque si uno hace un repaso de su vida en cuanto a sus borracheras, se queda con tres o cuatro borracheras bonitas y el resto, que fueron miles, fueron una mierda pinchada a un palo y entonces, esa búsqueda de la borrachera perfecta se convirtió en una misión imposible. Yo creo que en el fondo, uno busca emborracharse porque no le gusta como es, porque se siente tímido, porque se siente apocado, porque le gustaría ser de otra manera y porque la vida es muy difícil y a veces, hace que te sientas marginado.

Bueno, es el razonamiento que se hace para todas las drogas y el pobrecito de mi que estoy o me siento muy solo. Y es difícil, que una vez que pase el tiempo y las cosas hayan vuelto a su cauce natural, es difícil de entender los porqués y los comos y de como una escapada de vez en cuando, que es lo que supone una borrachera, se fuera convirtiendo en casi un modo de vida. Pero bueno, la verdad es que no nacemos claros de pensamiento, nacemos grises y apocados, nacemos inseguros y muertos de miedo y la lucha diaria y la lucha mes a mes, es la que nos hace ser más débiles o más fuertes y bendito sea el día en que aterricé de nuevo en la tierra y pude que ver que los que me rodeaban no eran extraterrestres de otra galaxia y eran tíos y tías como yo y con un cerebro y dos patas y un alma más grande que el cañón del Colorado.

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JULIO CORTÁZAR