MI MUÑECA

La mañana avanza y no lo hace precisamente a paso lento, la mañana va desbocada y miro el reloj que no tengo y resulta que son más de las 12. Y es que nunca fui de relojes y porque mi muñeca y hablo de la muñeca de mi brazo, es muy sensible y no le gusta el roce, ni tampoco, los besos en su boca, le gusta sentir la libertad en sus movimientos, le gusta poder doblarse 360º a la redonda y por eso, le gusta tanto todos los deportes de raqueta. Yo creo, que nací con una raqueta en mi mano, pero como era invisible tardé un buen tiempo en enterarme que ella estaba conmigo y una vez que fue descubierta, le tuve que comprar una raqueta que fuera material incombustible y ligero y se la compré de fibra de carbono y desde esa, tengo un nuevo apéndice y que además, juega con pelotas.

Y en mi muñeca anatómica nunca cuadró un reloj, ni una pulsera toda bonita y ni siquiera una muñequera que sujete un poco más a mi muñeca. A pelo, mi muñeca siempre funcionó a pelo y siempre quiso vivir a la intemperie y yo, como soy su dueño y señor, le concedí ese capricho y porque mi muñeca es mi debilidad y porque la quiero y la amo. Ya sabéis de que va el tema y el tema va de cada uno tiene su Talón de Aquiles o su punto de debilidad y a mi me tocó, la muñeca. Y de esa mano o sea, de la mano izquierda tengo un dedo medio dormido y porque un día se puso a dormir y aún no se quiso despertar y dicen, que puede ser una cosa medular y en concreto, de la zona cervical.

Y no es bonito tener el dedo índice de puto corcho desabrido y porque un dedo así de soso y de poco sensible, sólo sirve como adorno de mi mano. Pero coño y coño y coño, tampoco lo voy a tener todo y ¿qué hago yo quejándome de un puto dedo de mierda? y cuando hay muchos que les falta una puta pierna o un brazo o el cerebro y ahí siguen en silencio y casi metidos en el mismo silencio de los muertos. Pues nada, que adoro a mi muñeca, pero la adoro sin complementos y sin mandangas y si ella va por libre, yo le voy siguiendo su juego y perdonadme, pero en éste momento ya estoy volando...

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JULIO CORTÁZAR