Mis sensaciones son muy dispersas, como las de todos, pero yo hablo de las mías y de las de los demás, no es que no me importen, pero si no las expresan, sino las dicen, no me queda otro remedio que hacer mi propio mundo de suposiciones. Bueno y volvamos al puto redil y decía que mis suposiciones son muy dispersas, pero si se estudian a fondo, si se les quita sus capas más superficiales, queda la esencia de los pensamientos y de las sensaciones o sea, queda la vida y en sus diversas formas y transformaciones. Y la cuestión del tema, es que en realidad el mundo de las sensaciones se reducen a 4 o a 2 sensaciones vitales y las demás, son paja o son adornos para camuflarnos mejor.
Porque camuflarnos o disfrazarnos nos gusta y algunos se visten de invisibles, otros de valientes caballeros o de valerosas damas, otros ponen cara de tonto y algunos, adoptan a la perfección el papel de imbéciles y pocos o muy pocos, se visten de traslúcidos y claros. Y a excepción de los traslúcidos, el resto tiene un punto en común: el miedo y según su dosis de miedo toman esas diferentes formas. Yo en ésta vida he tenido muchas veces miedo y me parece recordar que hasta en el mismo día haber tenido varias transformaciones o sea, pasar de invisible tímido a estúpido apocado o a imbécil descerebrado y en una sucesión bestial.
Ahora no, ahora he adoptado el papel de traslúcido y claro y porque en realidad me importa un rábano lo que piensen de mi. Y es que en el fondo, esto que digo resulta ser muy liberador y te hace libre y te convierte en salvaje sin taparrabos. Claro que esto dicho por mi, suena a demasiado, suena a tío, mira que te lo tienes creído, pero vamos a ver, sino me lo digo yo, entonces ¿quién me lo va a decir? y además, así debía de ser, y porque el que más se puede conocer a si mismo, es el mismo y dejémonos de gaitas desafinadas, de falseríos y de falsas modestias.
Porque camuflarnos o disfrazarnos nos gusta y algunos se visten de invisibles, otros de valientes caballeros o de valerosas damas, otros ponen cara de tonto y algunos, adoptan a la perfección el papel de imbéciles y pocos o muy pocos, se visten de traslúcidos y claros. Y a excepción de los traslúcidos, el resto tiene un punto en común: el miedo y según su dosis de miedo toman esas diferentes formas. Yo en ésta vida he tenido muchas veces miedo y me parece recordar que hasta en el mismo día haber tenido varias transformaciones o sea, pasar de invisible tímido a estúpido apocado o a imbécil descerebrado y en una sucesión bestial.
Ahora no, ahora he adoptado el papel de traslúcido y claro y porque en realidad me importa un rábano lo que piensen de mi. Y es que en el fondo, esto que digo resulta ser muy liberador y te hace libre y te convierte en salvaje sin taparrabos. Claro que esto dicho por mi, suena a demasiado, suena a tío, mira que te lo tienes creído, pero vamos a ver, sino me lo digo yo, entonces ¿quién me lo va a decir? y además, así debía de ser, y porque el que más se puede conocer a si mismo, es el mismo y dejémonos de gaitas desafinadas, de falseríos y de falsas modestias.
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