UN 20%

Menos mal que en todo éste tiempo pasado, no he dejado mi primera adicción, la de escribir. He seguido casi impertérrito y escribiendo en cada día y como decirlo, escribiendo sin dejarme afectar demasiado por mis confusos asuntos, porque mira que personalmente estoy viviendo un estado confuso, pero a la hora de escribir me pongo mi traje de faena y casi me olvido de mis putos problemas. Es como si uno se elevara de las miserias diarias, es como si cada palabra fuera un escalón más hacia no sé donde...pero hacia algo que no sé definir. La sensación, la puta sensación que muchas veces te hace vivir sin saber lo que quieres y ella te dice que hay algo después del horizonte, que debes seguir, que tienes que seguir, que avances y que si retrocedes la vas a joder.

Todo eso te dicen las sensaciones y otra cosa muy distinta es que tú o yo no las queremos oír, porque a veces nos hacemos insensibles a ellas y ya sea por miedo, por dudas o porque necesitas tener las cosas mascadas. Sí, hay gente que funciona exclusivamente con hechos y con realidades y claro, le tienes que demostrar lo que dices y lo que piensas y con hechos y con objetos reales. Claro, si tú le hablas de utopías y de amores irreales, ellos te contestarán: qué adonde vas, ¡joder! que de eso no se come, que menudo colgado, que lo que necesitas son grandes dosis de realidad cotidiana.


Pues bueno, yo digo que de realidad me siento sobrado, tengo una casa, tengo tres hijos, tengo un curre que acapara una buena parte de mi mollera, tengo que cuidar de la casa, hacer la comida, limpiar de vez en cuando, mimar mis plantas, comer, cenar y cagar y eso ocupa el 80% de mi disco duro y el 20% restante se lo dejo a mi imaginación, a mis pensamientos y a mis sentimientos y por tanto, en ese 20% ejerzo mi magia y la quiero irreal y la quiero utópica y la quiero sin leyes y principios. Y eso es ¿tanto pedir?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR