ENTRE DOS AGUAS

No me llaméis cobarde, porque no lo soy,

pero tampoco me llaméis valiente porque eso solo lo soy a veces,

soy valiente cuando me siento ardiente y colérico

y soy cobarde si tengo prisa por lo que sea,

entonces le digo que sí a todo

y se ha acabado el rollo

y tienes razón en todo

y venga vámonos que nos vamos

y en voz baja apenas audible le deseo,

(para no perder más tiempo)

le deseo que le den por el culo

y si puede ser, que se lo revienten

y a otra cosa Mariposa,

a veces hay que ser así,

hay que ser displicente y resolutivo,

porque por muchas vueltas que le demos,

hay gente o personas que no escuchan ni oyen,

hablan para que tu les escuches,

pero sobre todo hablan para escucharse a si mismas

y en ese eterno laberinto de ecos se ven metidos,

pero no penséis, que hay una mínima sombra de arrepentimiento,

el arrepentimiento es para los débiles

y para los que dicen comerse el coco,

(para los que lo dicen, porque en realidad no se lo comen)

pero para nosotros, mejor dicho, para ellos

los que tienen el Ombligo más grande del mundo,

lo del arrepentimiento es peccata minuta,

son pelillos a la mar

y ya que estamos...

 venga fulano enciende el Yate de 30 kilos con mil caballos

que hay que salir a la mar abierta a marearse un poco más, si cabe

pero antes cenemos mirando a tierra

y para que nos vean los viandantes,

los pobres viandantes que no se comen ni un moco,

y marinero acerca la Langosta

que la voy a abrir en canal

y que así vean esos pobres desgraciados

lo que es sentirse y ser poderoso...

y volvamos...

¿cobarde yo?

¿valiente yo?

ni una cosa, ni la otra,

yo creo he vivido muy bien entre dos aguas,

la clara, transparente y lúcida

y la sucia que lleva el riachuelo al río.

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JULIO CORTÁZAR