Se extienden mis necesidades más vitales,
y una,
se hacen de hambre insaciable,
y otra,
se crecen como la mala hierba en un día de lluvia,
y hay alguna,
que se disfraza de verde aceituna
y hay alguna otra,
que se camufla de dama de noche
y además lo hace
justo al llegar la noche.
Lo mío
no es la pureza de la evidencia,
lo mío es la imprudencia temeraria,
y el pecar porque es mi deseo
y porque me da la gana que así sea.
Nadie llora sin lágrimas,
las lágrimas caídas tienen el mismo sentido
que tiene un charco después de la lluvia
y todo se adormece con el paso del tiempo
y cuando llega la noche
y pocos minutos después,
todo se despierta
y en esos amaneceres de los que tanto nos habló la luna.

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