Duele el cerebro
cuando te obsesionas con algo o por algo.
Duelen las sinapsis neuronales,
el lóbulo frontal
y hasta la epidermis y la dermis.
Duelen las neuronas
en su largo viaje astral.
Duelen las meninges
y la duramadre.
Duelen los tímpanos
y la trompa de eustaquio.
Duele el líquido cefalorraquídeo,
el quiasma óptico
y hasta la silla turca.
La obsesión es un proceso en expansión,
que primero, crece de frente y de lado,
que después, se encapsula
y entonces toma forma de bola de fuego,
vuelve a crecer
y comprime todo a su alrededor
y entonces, duele más
y late de motu propio
y como un monstruo que se está criando
y no anda porque no tiene piernas
y no habla porque le gusta el dolor mudo y sordo.

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