¿Cuántas veces vino la muerte violeta a visitarme?...
pues no me acuerdo exactamente
pero fueron varias veces y en distintas noches y en distintos días
y en distintos meses, años y décadas.
Porqué la muerte es violeta,
además, de violenta y desaprensiva,
y no escucha a nadie ni se encoge ante nadie,
simplemente te mata
y te almacena con el resto de los muertos.
De sus visitas nada me sorprende,
a veces se anuncia con enormes latidos imprevistos
que no fueron detectados en los mapas de isobaras
ni en las boyas medidoras de olas.
Otras veces acelera su ritmo
y como si quisiera correr contigo,
hacia su oscura meta.
Hay noches que me despierto aterido de miedo,
me ahogo por un instante
y no puedo permanecer en la cama...
me levanto entre frustrado, cabreado
y siempre refunfuñando entre dientes...
que si me quiere matar que lo haga de una vez por todas,
pero que no me coja del cuello
y que me lo apriete de esa forma y manera
y ahora te asfixio y ahora te concedo un hilo de aire
y con toda esa angustia que deja pegada a mi cuerpo.
Nos queremos vivos,
pero si la muerte te quiere muerto,
que se ahorre los preámbulos y la prolongación de la agonía,
de muertos al hoyo
y en el hoyo serás pasto de los gusanos y moscas
y así debía ser y sin más ni menos...

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