JAQUECA

 

 Tambores lejanos y cercanos,

tambores de hojalata y de juguete,
tambores dentro de mi dolorida cabeza,
retumbes, ecos y cefaleas,
colmenas de avispas desquiciadas,
dudas y picaduras sin medida,
y sueños y pesadillas a la luz del día.

Suenan los tambores
y replican las campanas al otro lado de mi cráneo,
 luz desquiciante, 
ruidos ensordecedores de petardos, 
 aire frío o caliente (da igual),
 pájaros desorbitados, 
olas como montañas,
todo se despierta y se condensa con inusitada fuerza
y al final, 
tengo que escuchar la melodía del infierno.

El día y su luz aterradora,
la noche y sus alborotos,
tambores y más tambores,
dolores y luces de colores,
azúcar, café y aspirina,
párpados caídos y hasta la cintura
ojos vacíos dando vueltas sobre su eje,
café y más café, azúcar y leche,
dudas en un mar de tétrica neblina,
ausencias y pérdidas difusas entre la oscuridad de la jaqueca,
recuerdos legañosos y a veces, espantosos,
sueño y bostezos,
más dudas y más miedos,
y de nuevo tambores,
tambores, tambores, tambores,
tambores que resuenan como martillos
golpeando el frío acero de mis neuronas.

Y entonces pienso
que me voy a morir
pero al final y como veis
¡no me muero!.

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JULIO CORTÁZAR