LA TERNURA

 


                 Os solicito que a partir de ahora, me tratéis con mucho cariño, pues al llegar la primavera, me pongo tierno y delicado. No sé si será por el polen del ambiente o por esas lindas flores que muestran sus florecidos trajes de colores o porque después de un frío y duro invierno, el sol muestra sus mejores encantos. El caso es que yo me pongo tierno, tierno tiernísimo, asquerosamente tierno y atrozmente delicado.

                Pienso que ser tierno es una cualidad, algo que si se tiene hay y se debería, conservar en almíbar envasado al vacío. Pero una cosa es ser tierno y otra llegar al punto en el que me encuentro. S
e me caen las lágrimas de cocodrilo si piso una hormiga o me entra congoja si tengo que matar a un mosquito cabrón que sólo piensa en picarme o si veo a una oveja que bala mansamente, enseguida  pienso que la pobre está sufriendo como una descosida y es que no me aguanto ni yo mismo, lloro por todo y por más o por menos (lo mismo da).

                A mi me gusta llorar, es verdad, pero me gusta hacerlo entre unos brazos que me consuelen y no que me den cobijo, el cobijo se lo dejo para otros que tienen esa necesidad. Pero si que me gusta que me ofrezcan cariño y yo intentaré corresponder como toca y ofrecer más cariño y más entusiasmo. Aclarado el punto de lo que necesito (sin mencionar de momento la necesidad primaria más importante, que es la de hacer el amor en donde sea y cuando sea, pero si es pronto, mucho mejor), pues proseguimos hablando de lo tierno que estoy y no que soy.

                La ternura: ¿qué es?. Según el diccionario, la ternura es la cualidad de la persona que muestra fácilmente sus sentimientos, especialmente dulzura y simpatía. Sin entrar en que significan dulzura y simpatía, que también habría que mirarlo, pues en sí la ternura es una cualidad, vale y de acuerdo. Yo expreso fácilmente mis sentimientos y no sólo eso, también manifiesto fácilmente mis necesidades. Pero desde luego lo que no soy, es un ser dulce, más bien soy amargo y me gusta serlo, porque lo dulce me resulta empalagoso. La afectividad la manifiesto igualmente y por tanto, entiendo, que soy un ser cariñoso.¡ Joder!, lo que voy descubriendo, si es lo que yo digo, al final el tema es más de lo mismo y siempre acaba igual y ese final es: ¡que yo me gusto! y me da igual que sea tierno que un animal descontrolado (que por suerte, tampoco lo soy)

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JULIO CORTÁZAR