No sufro tanto...
No sufro tanto porque ardo de pasión incontinente.
Tampoco sufro todos los días
y a todas horas
y en cada respiración o suspiro.
Yo sufro a ratos
a pequeños y diminutos ratos,
sufro a ráfagas intermitentes,
a estremecimientos,
a convulsiones...
Además, mientras estoy sufriendo
no levanto la bandera blanca,
pues sé que saldré de ese sufrimiento,
sé que mañana será otro día
y sé que pasado mañana
estará todo superado.

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