PELÍCULAS DE MI INFANCIA

 

La patria vende voluntades y crea más descerebrados con bandera que gente de bien sin fronteras. Y de bien, me refiero a gente que no piensa igual que yo, pero que me respeta como a un ser humano que soy o que pretendo ser. Además... no agredo, ni muerdo, ni la chupo a la primera de cambio y a la segunda, puede que un poco. Pero que tampoco nadie se engañe, yo no soy un chollo. Dicen las malas lenguas que verbalmente agredo y puede que sea verdad, pero también hay que entender que yo era un ser agresivo por todos mis poros y si me ha quedado alguna reminiscencia verbal...pues que le vamos hacer. Algo siempre tiene que quedar del chasis inicial. Y porque además si nos ponemos en ese plan yo empiezo a dar explicaciones y entonces, os vais a cagar patas pabajo. Podría empezar por mi puta infancia, que según me dijo aquella psicóloga infumable que parecía toda una señora de alto postín y con cara de lechuga, en mi infancia tengo el comienzo de todas mis inseguridades y problemas de comportamiento ( y como si yo fuera todo un vil asesino de serie) y porque en definitiva, no tuve una infancia feliz. Y todo porque me lo decía ella, añadiría yo.

Y ahora sería el momento de hablar de que mi madre me dio leña a destajo y que hubo un par de curas al que les gustó demasiado mi culo prieto sonrosado (a mi también, me gustaba)... y esa brecha la aprovechó la psicóloga (y con otras palabras más finas... pero vino a decir lo mismo). Y claro, yo me quedé a cuadros y porque le había narrado como si nada, mis disfunciones de niño medio rico tirando a menos, pero que siempre pude veranear y en la mejor playa de mi Vigo natal y sin más problemas mentales... y va la tía se aprovechó de esa brecha de forma descarada y entonces concluyó lo que ya quería concluir desde un principio: fui un niño mal criado que por una parte, sufrió violencia y que por la otra, fue toqueteado por las manos grimosas y asquerosas de algún desaprensivo cura lascivo.
Pues si señor, todo eso ocurrió. Pero mi diferencia con la señora psicóloga que parecía toda una princesa de sangre azul, se basaba en que yo no me había quedado colgado de aquellas historias. A los curas les mandé a tomar por el culo y por ello tuve que cambiar de colegio y de mi madre ¿qué os puedo decir?... que durante un tiempo sólo quise venganza y sangre...pero que llegados a esa especie de estado adulto donde se caen las manzanas por su propio peso, pues pasó... que le perdoné y que la perdoné a pies juntillas. Y por lo tanto después, me tocó sufrirla mucho más...y mira que mi madre era insufrible y terca y pesada y descerebrada y autoritaria y hasta donde se perdió el conocimiento, pero que una vez que yo dí el grito de tarzán y ésta es mi selva, se acabó toda aquella autoridad materna con sus putas pamplinas de películas de buenas normas y de clases sociales que solo tocaban el piano en las grandes fiestas de sociedad tipo "lo que el viento se llevó".
Pues todo esto que os acabo de contar, la psicóloga no me creyó ni una sola palabra. Yo para ella, era un payaso que no sabía en que circo había caído y ella se sintió con la obligación de mostrarme el camino correcto y no se cortó ni un pelo y venga a darle vueltas al tema de que yo había sido un niño infeliz y resentido. Y vamos a ver...y como yo podía contarle a la señora psicóloga que mis veranos fueron los mejores del mundo y que mis septiembres fueron maravillosos y que mis inviernos y junto a mi chimenea (la que había en casa de mis padres) era como encender mi nave espacial y para salir volando hacia el espacio...pues ¿qué pasó?...que yo me quedé en silencio viendo como mi nave espacial llegaba hasta el espacio y es que hay cosas que no merecen la pena de ser contadas y porque sobre todo, no se merece que se las cuente a esa otra persona.




















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