En realidad
me paseo por el mundo
como si fuera mío,
cuando el mundo ni es mío ni es de nadie.
El mundo está hecho por millones de manos,
millones de manos guiadas por muy poco cerebro
y con demasiada escasez de alma.
Nos creíamos que íbamos a ser los amos
y la vida y el mundo nos ha demostrado
que somos seres dependientes y destructores,
que nos gusta matar al prójimo
y al animal que anda suelto y libre
y al árbol que nos da sombra y cobijo
y al pájaro que nos despierta por las mañanas
y a la liebre que salta una mata a la otra con todo su desparpajo
y al pez que pica el anzuelo en una mañana nublada
y que después, no lo vamos a comer.
Matar por matar
y por el placer del olor de la sangre
y por el hedor de las vísceras huecas.
Lo siento y pido perdón
por tanto desagravio
y aunque yo no sea de esa tribu
que adora el placer de matar por matar,
yo sigo pidiendo perdón
y por vergüenza ajena
y porque como ser humano
considero que se pueden hacer un millón de cosas
y sin tener que matar a nadie.
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