Hay tantas tonterías por decir y por escribir, que la lógica más pura me haría decir ¿porqué no lo juntas todo en dos palabras?. Pero como le pasaba a tarzán, la selva me llama y yo acudo todo presto a su llamada salvaje. La vida me llama y yo le contesto, quiero una prórroga, un tiempo vivo extra (no un tiempo muerto). De todas maneras vamos a dejar una cosa muy clara: yo he pedido perdón por todo lo que he hecho mal o fatal y sino lo he pedido, lo hago ahora y porque en ésta vida siempre y siempre hay algo que se te escapa. No has tenido noticias mías, pues lo siento y porque esa no era mi intención más primaria. La mía era coger distancia y poner tierra por el medio, pero a veces uno se pasa en el tiempo y en la distancia y cuando uno ve hacia atrás, resulta que no han pasado siglos pero casi. Y lo que era redondo se ha convertido en cuadrado y aquella persona tan afable y tan simpática se ha transformado en un ogro con siete patas. La culpa es mía y por no saber medir el tiempo que va pasando. Alguien llama a mi puerta y yo pienso para mis adentros o es el correo postal o es un paquete del puto amazon de mierda y es cuando sólo te haces éstas dos preguntas es que mucho material no tienes en el que pensar. Aunque todo hay que decirlo, yo vivo de puertas abiertas y el que tiene confianza conmigo abre la puerta y ya está y ya está dentro de mi casa.
Yo intento ser un tío abierto y desprendido, pero con el paso del tiempo también he comprendido que no se puede ser abierto y desprendido con un determinado tipo de personas o de personajes y porque les das la mano y te comen hasta la boca y el cerebro y además, se mean de la risa que les entra. Pero aunque haya tipos así, yo no cambio mi forma de ser y de estar por la vida. Alguno se reirá en mi puta cara de payaso, pero hay cien más que me presentarán todos sus respetos y además ¿que coño me importa el número que tiran para un lado o para el otro? y porque los números cuentan pero no deciden por tí. A veces me acuerdo de mi hermano mayor y cuando yo tenía 5 o 6 años y él tenía más o menos 5 años más que yo (la verdad, es que no me acuerdo de los años que me lleva), pero bueno el tema era que el me daba un duro (una moneda de 5 pesetas) por cuatro pesetas y el tío me había convencido de tal manera y porque en realidad yo tenía tal fe ciega en él, que salía ganando yo y por el simple hecho de que yo me quedaba con cuatro monedas y él con una. Y ahí y en aquél momento, me dí cuenta que nadie te puede ni te debe convencer de lo que es evidente.
5 o 6 años y de repente, me hice maduro y desconfiado. Ni de mi sacrosanto hermano mayor podría confiar. Él nunca se enteró del daño hecho en mi estructura interna y aún encima se rió a carcajadas delante de mi puta cara de niño que adoraba a su hermano mayor. Pero eso él nunca se lo preguntó y porque es muy fácil de comprender, lo fácil es reírse del más débil y más cuando su inmenso ombligo no le dejaba ver el bosque.

No hay comentarios:
Publicar un comentario