UN TÍTULO

 

Yo tengo un título igual que pude tener un piano, sólo que después aprendí a darle un sentido al título y me acabó gustando el tema. El tema médico a eso me refiero. Y por cierto y ya que estamos con ello, hablando de pianos, tengo primero que aclarar que para interpretar música creo que lo haría mejor un pato mareado. Que no para oírla y porque me encanta escuchar música y es más, la considero una parte esencial en mi vida. Sin música yo no sería nada o sería muy poquita cosa. Y creo tener buen gusto para ella y no es un asunto banal y baldío, escuchar música es de las mejores cosas que sé hacer y con las que más disfruto. Hay quién me dirá, escuchar música es un asunto muy simple, pero lo que él no sabe es que se requiere tener unas determinadas condiciones, que te guste o te entusiasme el asunto, que le pongas ganas y sobre todo, que tengas un fino gusto por ese dulce sonido. Nadie nació aprendido y al oído hay que  saber cultivarlo con mucho tesón y cariño. Hasta hubo tiempos ya muy lejanos en que si no me gustaba la música que ponían en ese sitio, me iba a otro.

Yo a lo largo de mi vida hice muchas locuras y casi siempre esas locuras fueron acompañadas de música y por eso si ahora se escucho una determinada canción de inmediato me traslado a aquella antigua situación (es decir, la revivo), pero también tengo que decir que mis peores momentos vitales se acompañaron de música y por eso algunas canciones en concreto me siguen produciendo angustia y agobio. Ahora bien, mi vida tampoco ha sido tan loca como realmente me hubiera gustado. Mi locura, como mi cordura, fueron limitadas por eso que algunos llaman, precaución. Nada de que he sido libre por los cuatro costados y auténtico, sincero, loco y verdadero. He tenido una parte de pufo que mejor o peor fuí vendiendo. He sido héroe, pero también he sido villano y cobarde y miedica. He sido amigo de mis amigos, pero a veces he sido menos de lo que hubiera de haber sido. Años más tarde, he sido consciente de mis grandes fallos en éste aspecto y cuando ya era demasiado tarde para poder darle un remedio. Lo he intentado (el darle un remedio), pero claro el amigo que me había sufrido más que disfrutado, nunca entendió el significado del "oye perdona, me había equivocado" y porque su argumento se basaba "en no me jodas tío, han pasado años y décadas".

Pero como siempre digo y pienso, vida sólo hay una y es bueno que antes de quedarte tieso te enteres que tu amigo de aquellos viejos tiempos te está pidiendo el más sincero de los perdones y porque a éstas alturas de la vida que gano yo haciéndome el bueno de la película.




















No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR