MEMORIA

 

Hay algunos momentos de mi vida que están cubiertos por la densa niebla de una mañana sin nombre y eso me duele y me duele mucho. A mí nunca me gustó hacerme fotos y porque primero, no me siento especialmente fotogénico y segundo, porque pensaba que mi pequeña memoria de pez espada, iba a recordarlo todo y con mi memoria y unos ligeros retoques que siempre me daba cuando me recordaba, pensaba que ahora y a mis 69 años, iba salir mucho más guapo y mucho más interesante y dentro de un mundo sin lagunas de memoria. Pero me temo que no, que tengo lagunas y mares y océanos que se han quedado perdidos entre recuerdos que de momento aún conservo. Dicen que la primera que se pierde, es la memoria más reciente y confundes personas y les cambias el nombre y hasta dicen que llegará un momento, que no sabrás quienes son tus hijos y en cambio la otra memoria que habla de tu infancia y de tu época joven, se agudiza y hasta te hace viajar a esos tiempos y te metes tanto en ese papel que hasta llamas mamá a la novia de uno de tus hijos. Pero ésta última pérdida de memoria viene después de haber perdido tu memoria más reciente. Aunque en mi caso, no es totalmente como dicen los estudiosos del tema y porque como siempre he sido un desmemoriado de mierda, el tema de mis lapsus es algo a lo que estoy muy acostumbrado. Pero aún así y todo, a veces me duelen algunos lapsus y porque me gustaría tener el placer de volver a recordarlos. No me duele la putada o las putadas que hice en aquellos tiempos ya lejanos, pero coño olvidarse de algunos de mis mejores momentos y como los disfruté y en compañía de quién o de quienes y entre el alcohol y las risas, llegó aquella madrugada sin nombre, sin fecha y sin saber si estábamos en una habitación de un hotel o en casa de un amigo. Y para recordar todo eso, están las viejas fotos que tenías guardadas en la cómoda de tu habitación, pero como yo fui como fui y escapaba de las fotos como el gato escapaba del agua, no tengo testigos de alguna de mis hazañas bélicas.

Siempre hay ese viejo amigo que tiene alguna foto en las que tú salías y con esa cara de medio gilipollas y con ese gesto en la cara que más parecía un rictus forzado y porqeu así pensabas que saldrías mejor y más guapo. Pero yo me conzco muy bien y se reconocerme cuando voy de forzado, de gesto forzado y de dibujar una sonrisa con tu boca y dar más pena que gloria. Que pena de fotos, que pena de sitios y de todos esos lugares que se perdieron por los senderos de mi memoria y de las caras de mis amigos de entonces y de aquella vieja novia en sus tiempos mozos. Y es que de una foto se pueden extraer tantas cosas que hasta juro que si volviera a nacer sería como ese tío pesado y plasta que tanto insiste en hacernos una foto en cada sitio. Habría ganado mucho siendo así de pesado. Y una foto y otra foto y todo el día haciéndonos fotos. Yo hubiera mejorado mi cara para las fotos y eso lo conseguiría a base de mucho esfuerzo y de muchas horas delante del espejo. A todo se hace uno y además ante ese fin tan sentido y tan querido, uno se hace un millón de veces. Pero nada y tendré que seguir viviendo de los flecos sueltos de mi memoria y de algunos momentos que ya forman parte de mis sueños y no me voy a conformar con los lapsus de mi memoria perdida y seguiré arañando en el mundo de mis recuerdos olvidados.














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JULIO CORTÁZAR