Hubo un tiempo en que todo me lo creía. Me contaban algo nuevo y me le creía a pies juntillas. Me contaban un cuento chino y por eso cuento ponía mi mano en el fuego. Me hablaban de que íbamos hacer una revolución y yo depositaba todo mi entusiasmo. Me hablaban mis viejos camaradas y compañeros, que nuestra lucha no sería en balde y que no caería en el vacío de la noche y yo me despertab a las 4 de la mañana para hacer pintadas. Me hablaron por primera vez de amor y yo pensé que nunca alcanzaría ese sentimiento. Me hablaron de las ocho maravillas del mundo pero nunca me habían hablado de tí. Me dijeron que ante un bello sentimiento no hay otra forma, que dejarse querer. Me decían qu uno debía dar hasta su vida y por la revolución pendiente, aunque una vez dudé por primera vez y fue en un día de lluvia y en donde todos mis sentimientos estaban a flor de piel y yo me mostraba como un ser sensible que observaba todo lo que estaba pasando y aquél viejo camarada de lucha y viendo que nuestra fe ciega poco a poco se iba perdiendo, me dijo que siguiera para delante y porque sino perderíamos esa lucha y y yo y sin pesármelo dos veces, le dije que no y entonces le expliqué que yo no era un ciego persiguiendo ideas y que ya estaba bien de perseguir ideas libres bajo una estricta disciplina de partido que a su vez, se basaba en una estructura rígida y férrea y como así se pudo comprobar poco tiempo después. Allí me dí cuenta que yo era militante de mis propias ideas. Que aquella vieja estructura de partido, estaba llena de óxido y que aquél óxido era extremadamente corrosivo y que los pocos que se quedaron al pie de aquella idea, poco a poco fueron diluyendo sus viejas voces.
Más tarde y mucho más tarde me dijeron que la solución de todos mis problemas, estaba escondido dentro de la noche y entonces emepecéa vivir la noche y los días solo estaban alñ servicio de la noche, pero ese cuento era tan malo y tan mal contado, que poco me duró la experiencia de las noches más locas. Después y más tarde me hice un puto descreído que no creía en nada y que su fin, era trabajar y trabajar. Creo que en esa época me hice adulto y como siempre me pasó con todo en ésta vida, y me hice tarde y a destiempo. Tiempo después me casé y porque estaba enamorado y hasta las agallas, tuve tres hermosos hijos y solo me faltaba escribir un libro y porque lo de plantar un árbol era un deseo ya cumplido. Y mi curiosidad inquieta, me llevó a querer ser más responsable y hasta mi instale en un carguito de mierda. Y claro allí duré tres escasos años y eso ya lo sabía de antes, pues el tema es muy sencillo, no soporto la vieja burocracia y a algunos de mis compañeros de trabajo y por capullos y por cabrones.
Dejé el carguito de mierda pero creo que con él, ocupaba mucha parte de mi tiempo y cuando sentí que me sobraba tiempo, pasó que todo empezó a dar vueltas dentro de mi cabeza y ahí mismo empecé con mis grandes crisis personales y todo se me hizo tan grande y tan espeso, que me ví obligado a ser cliente de un psiquiátrico y por dos veces. Y aunque yo me cague en toda la psiquiatría, es de personas el tener que reconocer que detrás de esos muros de piedra y rejas, allí empezó de nuevo mi curación y no me sané con el amor y tal como decía aquella tipa y me sané a base de pastillas y a base de ordenar mis ideas y pensamientos y cuando salí de allí, era un hombre nuevo. Y ahora y pasados como 10 años desde mi último encierro, ya véis como estoy y como me siento y si alguien pudiera definir la felicidad, pues ¿qué le puedo decir? que contara conmigo y porque todo lo que tengo de felicidad se lo debo a mi propia experiencia.

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