Y en este lento caminar de viejo incomprendido y que cada día y como si estuviera escrito dentro de su cabeza, se sacude la pereza y la desidia y porque quiere darle sentido a su vida y coger el hilo conductor que une las diversas etapas de su pequeña historia y tirar de él con todas sus fuerzas, que ya no son las que eran, pues pasa que cada día se sienta delante de su ordenador y trata de ordenar sus ideas y sentimientos y volver a sus viejos recuerdos y vivirlos de nuevo y sentirlos con otra visión del mundo a la que había tenido en sus aquellos tiempos. Ahora mantiene esa distancia tan necesaria para que todo no le duela tanto como antes y quiere sacar todo lo guardado y liberar todo lo que en sus tiempos, había condenado a ser olvidado. Son secretos, que él poco a poco se ha olvidado de su ostracismo y porque lo había escondido en un rincón perdido de su memoria. Y ahora entre otras muchas cosas, su obligación es sacarlos a flote, es sacudirlos al viento de Tramontana y dejar que se paseen por las habitaciones de su vieja casa. Le hacen compañía y también le acompañan en sus queridas tardes otoñales y juegan al escondite cuando sienten que se están aburriendo y a veces ponen las cartas sobre la mesa y hablan de sus propias experiencias y como han llegado hasta aquí y hasta hablan de lo que nos queda por vivir y lo hacen en su versión más optimista y porque están de acuerdo que para vivir de la mejor manera posible, tienen que estar impregnados de esa capa de pintura que se llama, optimismo. Nadie llegó tan lejos pensando que la muerte se iba a presentar al día siguiente, ni nadie fue capaz de imaginar que la vida te podiera llegar a conmover de esa manera tan fuerte y tan sentida.
Ese viejo del que hablo, se levanta cada día apoyado en sus dos piernas que para él son sus dos pilares y que lo mantienen unido a la tierra y a su tierra y a la que después fue su otra tierra y a la misma tierra que ahora está bajo sus pies. Y poco a poco y porque cada día se va haciendo un poquito más viejo, va añadiendo sus pequeñas manías de viejo y ha decidido que ya no le gusta pasear y porque de alguna manera se siente impedido y el haberse fumado hasta la punta de sus dedos, le está pasando factura ya no puede andar como antes andaba y también ha decidido que bañarse en el mar no es cosa para él y eso que en sus antiguos tiempos, le encantaba bañarse bajo el sol o en medio de la niebla o bajo la luz de la luna. Ahora tampoco le gusta salir a cenar y porque dice que ahora la noche y dadas sus propias circunstancias, siempre se le hace demasiado tarde y como si ese viejo jubilado, tuviera que madrugar. Pero son manías de viejo y yo todas se las respeto y porque en realidad ¿que sabemos de lo que puede sentir un viejo?.

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