Éramos tan engreídos de aquellas
que nos sentíamos los amos del mundo
que nuestra magia era especial
que nuestros actos eran pura consecuencia
que nuestras ideas de cambiar el mundo
era lo mejor que nos podía pasar.
Éramos esos niños de papá
que se vestían como pobres intelectuales
y pobres, no lo éramos
e intelectuales, nos faltaba mucho para llegar a serlo
y éramos pobres almas sufridoras
que vivían del cuento de la revolución pendiente
y todo se hacía en torno a eso,
las reuniones,
las asambleas,
las manifestaciones,
las pintadas en la madrugada,
las citas clandestinas dentro de un país
que se declaraba oficialmente, como dictadura fascista
y con un aparato judicial y policial
que cuando menos era bestial
y bestial en todos los sentidos
y cuando después, ese mismo país se lavó la cara
y en teoría se hizo demócratico
resulta que la mayoria casi absoluta
de los aparatos judiciales y policiales
eran los mismos que antes
y no se me olvidará nunca
cuando uno de esos policías
que me había torturado durante tres días seguidos
y día y noche y sin poder pegar un ojo
y sin ni tan siquiera pestañear un poquito
me dijo en mi puta cara
tú pensarás que has conseguido un país democrático
pero me estás viendo ahora
pues mañana seguiré aquí y en mi puesto
y con el mismo rango que tengo ahora
y yo negaré que hice torturas
y que os puse una pistola en la sien
y que os molí a hostias y hasta que paré
porque me dolían los nudillos por partiros la cara a base de hostias
y todo esto que te acabó de contar,
ya está borrado de los archivos policiales y judiciales
y yo pensando
y como buen perro de presa que eres protegerás al nuevo amo
y que será el mismo de antes
pero que esta vez se vestirá de demócrata,
Y así ha sido y así ha pasado
y así pasará si dejamos que pase.

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