Y hubo un día en que me tuve que ir


 Y llegó un día en que me tuve que ir,

estaba hasta los huevos de pensar

que el amor era cosa de dos 

y aquello era un amor de tres

de tres en cadena 

y uno quería a la otra

y la otra quería al siguiente

pero también quería al que iba de primero

y ese es un juego muy peligroso

sobre todo para los que juegan de extremos

y con una reina en el medio

y cuando me pusieron al borde del desfiladero

y ella, la que era reina de la película, me preguntó, 

que si yo me quería irme con ella

yo le contesté

que yo no podía sustituir al tercero en discordia

y hacerme pareja de ella

que nuestro amor tenía que ser libre

y libre de prejuicios y sin ataduras a la vista.

Mi planteamiento era el siguiente,

primero seamos libres

y eso significaba dejar a la tercera persona implicada

y una vez libres del todo

veríamos como nos iba

y en ese momento tomaríamos decisiones. 

Pero no pasó nada de eso

y porque ella decidió seguir con el tercero,

que era su pareja oficial

y mientras lo nuestro se iba por las putas alcantarillas del miedo.

Pudo ser algo

pero al final, todo se quedó en nada

y ahí se volvió a demostrar

que el miedo tiene más fuerza que el amor.
















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JULIO CORTÁZAR