Y yo no sé que decirte
ni siquiera sé si debo decirte algo
no sé si me equivoqué y me estoy equivocando otra vez
no sé si decirte que estoy bien
que me conservo en formol
o en aceite de oliva extra virgen
y dentro de un lata llena de almas en pena, como la mía.
Ahora que hace poco pasó un tsunami por mi puerta
me pregunto tantas cosas
que hasta me pierdo en este cabo del miedo
donde ahora mismo me encuentro.
Yo tengo mis dudas
y estas a su vez, se basan en mis temores
y es que me temo lo peor
y lo peor de lo peor
y veo agujeros negros que me podrían llevar hasta ti,
pero cada vez que asomo mi cabeza por alguno de ellos
veo la luz al final del túnel
y es una luz clara y brillante
que lanza destellos alucinantes
y como si fuera un diamante recién tallado y pulido
y esa imagen me resulta tan atractiva
que hasta me entran ganas de morir en ese mismo momento.
Con lo fácil que hubiera sido vivir a tu lado
y quedarme a vivir contigo en una cueva perdida en medio de un acantilado
pasear desnudos por la playa en las noches de verano
y contar estrellas fugaces
y para llenarnos de deseos
y pedirle a la luna que se posara sobre el mar que nos vió nacer
y pedirle que nos inundara de la espuma de aquellos días
y por la noche nos cobijaríamos bajo un pino,
un pino enorme y colosal
que con sus ramas nos peinara al llegar la mañana
y mientras pensábamos
que lo fácil no siempre es lo más difícil
y ¿quién sabe?
porque hasta el último segundo no se acaba el partido
y un segundo más de vida
y en otro lugar y en otro sitio y en otro mundo
es como empezar otra vida en los confines del universo.

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