Éste pequeño relato , que supongo que será pequeño, aunque quien sabe, se basa en una película de nombre precioso "Mensaje en una botella", pero no así en su trama y contenido. La película en sí, es un bodrio, es un pastel de merengue de color rosa. Sólo su título es lo que está copiado y también, que el Kevin Costner, el prota de esta peli, es el que manda el mensaje en la botella. El tío o sea el Kevin, es una plasta de tío, que no supera la pérdida de su mujer. Que para darle más zalameo, la botella la encuentra una afanada periodista. Una periodista siempre más buena y humana que el resto de sus malos compañeros, los periodistas sin escrúpulos. Ella,acaba encontrando al mensajero o sea al Kevin y en sólo una noche se enamoran como piojos. Él, acaba repudiándola por engañarle, pues ella sabía lo de la puta botella y él no sabía nada. Pero ete aquí, que entra en cuestión el padre de Kevin, el inefable Paul Newman y que le aconseja como buen padre, que él tiene que superar la muerte de su mujer (por cierto, el papel de Newman, debió el peor de su azorosa vida). Bueno, el Kevin le hace caso a su padre y decide volver con su gabacha. Pero cuando ella va en camino, a él se le ocurre llevar un recuerdo al quinto carajo y llevarlo en su barco recién hecho. Va a toda vela y se presenta un gran temporal y ve el naufragio de otro velero. Él como prota, no se lo piensa dos veces y se lanza al mar para salvar dos vidas. Y claro, con tanto pasteleo que había largado el guionista se vió la necesidad de dar un giro, pues la sobredosis de azúcar era bestial. Así, que el guionista, por fin se cargó al Kevin. ! que alivio!. Después ya fueron lloros continuos de la prota y del padre del Kevin o sea Paul Newman.
Aquí, en mi relato corto, sólo cogí el nombre y lo del mensaje. El resto es imposible de ser copiado, de tan empalagoso que resulta.
Yo llevo un mensaje guardado, lo llevo escondido en mi espacio virtual. Lo cogí un día de bruma, dentro de una botella de color verde, allí a orillas del mar Atlántico. Era un mensaje en papel envuelto con trozo de tela y con trazos de tinta azul, de pluma. Lo lei, nada más verlo y me quedé con cada una de sus letras y con todos sus significados. Lo grabé en mi memoria portentosa. Me acuerdo bien de todo, me acuerdo que el mensaje va dirigido a alguien en concreto. Se llamaba Ana y no daba más datos. No había más pistas : ni lugar, ni fechas, ni ninguna referencia que pudiera servir como una pista.
El escrito comenzaba con el consabido encabezamiento : Querida Ana y dos puntos. después seguía una retahíla de palabras. Lo primero que describía, era que lo sentía. Que sentía mucho que él no la hubiera acompañado en su largo viaje. Que no había tenido el valor suficiente, en contra de sus reiteradas promesas, para quitarse la vida y así emprender juntos un viaje por lo que hubiera más allá, si realmente había algo. Se mostraba claramente arrepentido y con un sentimiento de traición, al dejarla claramente en la estacada.
Despues de expresar su arrepentimiento, había como un lapsus, que yo interpreté como un momento de recogimiento y seguramente, de caída de lágrimas. Volvía a coger el hilo, ahora con trazos más termblorosos. Se le veía, claramente afectado. Describía que su existencia era un auténtico calvario. Que él, apenas dormía ni comía. Que su pensamiento era puro veneno, era una obsesión en vida. No podía pensar, ni trabajar, ni centrarse en nada. Todo lo que pensaba o hacía, tenía siempre a su lado a ella. Se arrepentía de nuevo, de no haberla acompañado. Se preguntaba de nuevo, si aún no estaba a tiempo de emprender el viaje juntos y se lo preguntaba a ellla, como si fuera a tener respuesta. La verdad, que en sus palabras denotaba un sufrimiento inhumano, un tormento en vida, un suplicio animal.
Seguía el relato, acabando una frase y decía : si yo no reúno el valor para acompañarte, por favor te lo ruego, dame una seña de que tú aún estás ahí, que me ayude a reunir las fuerzas necesarias. Empezaba otro párrafo con palabras titubeantes e inseguras. Le deseaba desde esa distancia que hay entre la vida y la muerte, que fuera feliz en su nueva vida, ya que en la otra, todo fué dolor y sufrimiento, por lo menos en los últimos tiempos. De nuevo, le decía que la quería y que jamás la olvidaría, pues la llevaba grabada en su alma.
Después venía una reflexión interna, que venía a decir ¿ que como podía plantearse la vida, sin ella?. El se decía a si mismo, que él no concebía el poder vivir sin ella, pero que le faltaba el valor de afrontar su muerte. Que sí, que era un cobarde, que lo había intentado repetidas veces y que en el último instante, siempre le pasaba lo mismo : le entraba el vértigo y a continuación se desmayaba. Siempre era lo mismo, siempre despertaba al cabo de un rato al pìe de un acantilado o sobre el puente de un río muy alto o al lado de los raíles del tren o con el pie en el freno del coche, en cambio de tenerlo sobre el acelerador. Despues, sentía verguenza propia y le invadía un sentimiento de traición y de duda. Pues el no atreverse a dar el paso hacia la otra vida, lo llenaba de frustración y de inmenso vacío. Para a continuación, deshacerse entre sus propias lágrimas.
Me acuerdo perfectamente del día que encontré la botella. Era un día de espesa bruma, tan espesa que se podía cortar con un cuchillo. La bruma hacía un cerco a mi alrededor, sobre el mar se podía ver como mucho unos 200 metros y sobre la playa se podría ver como a unos 100 metros. Por lo quedaba delimitado un semicírculo marcado por las nubes. Mejor así, pues en ésta playa, al ser una playa urbana, al mínimo rayo de sol acudían unos cuantos bañistas o corredores o paseantes. Y ese día, gracias al mal tiempo y a la densa niebla, no campaba por estos lares ningún ser viviente. Sólo estábamos presentes : el mar, la arena y la niebla. Recuerdo, que al ir paseando por la orilla, por esa explanada de arena que queda cuando baja la marea, vi a la botella y la ví enprincipio con la idea de recogerla para tirarla en un cubo de basura. La recogí del suelo, la limpié un poco, pues me parecía que iba algo dentro y así pude ver un trozo de papel, un trozo de papel envuelto por un lazo de tela de color mandarina. Desaté el lazo y desplegué el papel y entonces empecé a leer...
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