Entre tú cerebro y el mío,
hay unas cuantas millones de neuronas,
y hasta hay dos niveles diferentes,
o dos paralelos distintos,
el tuyo es de surcos y valles profundos,
y el mio se enrevesa con los años,
y se enroca sobre si mismo,
y se complica entre entre confusas nieblas.
Mi cerebro es raro, pero es único,
y es una caldera de aceite hirviendo,
y burbujea entre las pompas de jabón,
que se forman entre mis neuronas,
y yo me vuelvo loco con ésta revolución a bordo,
y es que mis pensamientos me dan la espalda,
y ya ni puedo verles a la cara,
y me vuelvo y me envuelvo,
y entonces y en consecuencia,
yo me pierdo entre nubes de algodones.
Mi cerebro es pura dinamita,
es goma dos, es nitroglicerina,
y sólo me queda, prenderle la mecha,
y después estallará en mil cohetes de colores,
e iluminará el cielo como una estrella fugaz,
y saltará por los aires en cien mil pedazos,
o en millones de partículas diminutas,
y yo cogeré mi copa y la alzaré hacia el cielo,
y formularé mi último deseo,
que por favor y dios mediante,
que mi cerebro siga siempre en funcionamiento,
y asi hasta que llegue la hora de mi muerte. Amén.

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