GALLITO DE PELEA
Pues sí que estoy jodido, no tengo forma de entrar a ver el blog. Si me deja hacer entradas nuevas, por eso puedo estar escribiendo esto, pero mi intención era ver lo que llevo escrito y es que quería releer lo de los Bichitos (Alucinación) y hasta este paso me voy a quedar con las ganas. Lo intentaré de nuevo más tarde, sino me obsesiono y del cabreo acabo tirando el ordenador por el water. Y la verdad es que este pequeño ordenador me ha dado mucho, mucha y muchisima compañía y eso se lo tengo que agradecer de por vida. Como se decía, pequeño pero matón y para chulo mi pirulo y ya no sé si estoy hablando de mi pequeño ordenador o lo estoy haciendo de mi mismo, porque me estoy sintiendo tan reflejado en lo que pongo, que me pierdo. Pues yo soy pequeño, pequeño de estatura, de 1,68 y gracias y chulo, pues bastante y mi pirulo aún es más chulo.
Siempre fuí un gallito de pelea y cuando era pequeño aún lo era más. No me asustaban las peleas, aparte que era guarro peleando o sea que en vista de que era bajito, me sabía y aplicaba todos los trucos barriobajeros, por ejemplo los huevos del contrario era una constante fijación y si no llegaba a ellos, quedaban los mordiscos o pellizcos o como último recurso meterle mis dedos en sus putos ojos. En todo gigante abusón siempre había un punto débil, sólo había que dar con él y para ello había que ser rápido, rápido mentalmente y rápido de acción, sino eras rápido, el gigante ya te había aplastado. También valía si tenías un objeto punzante y daba igual el que fuera con tal que se clavara en las carnes enemigas: un bolígrafo, un lápiz, una llave, todo valía para defenderte. Ahora que escribo esto, me doy cuenta que ahora no me doy de hostias fisicas, pero si me las doy dialécticas o sea, hoy en día no me peleo fiscamente, pero si me peleo de palabra y mucho, quizá no, seguro que demasiado.
Mi conclusión es clara, soy tan peleón como lo fuí de pequeño y uso los mismos trucos que usaba, sólo que ahora adaptados a las luchas verbales o escritas, o sea que soy guarro dialecticamente y busco en el enemigo su punto más débil y después y sin remisión, a cebarse en él y hasta dejarlo destrozado. Entonces, ¿no he cambiado tanto?, pues parece que no, que sigo igual de chulito que antes. El mismo gallito de pelea, sólo que con sus plumas más viejas y desgastadas y hasta mi última pluma, juro que seguiré en la brecha.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario