EL PESO DE LAS COSAS

No se si a mi alrededor va cogiendo peso la teoría conspirativa, esa que dice que todo es producto de una conspiración judeo masónica. Y lo digo por el peso de las cosas, pues cada día me cuesta más el levantar algo. Puede que influya el paso de años, pero también puede que haya aumentado la fuerza gravitatoria y lo que antes era ligero como una pluma, ahora es puto plomo.  Me cuesta subir el saco de leña y eso que es solo un piso. Pero también me cuesta agacharme y antes de hacerlo tengo que hacer una pausa, una pausa compensatoria y coger aire a fondo y así emprender la faena.

Y por mucho que reniegue de ello, cada día me parezco más a mi padre. Y sin darme cuenta de cada vez más voy reclamando la mano de mis hijos. Hijo sube éste saco de leña, hijo pon la bombona de butano en el patio, hijo coge eso del suelo.. Pero no solo eso, pues cada vez que voy al pueblo de al lado, visito un comercio medio chapuza, de esos que tienen de todo, desde plantas a insecticidas, pasando por alpargatas. Y siempre que lo visito salgo con algo en la mano, ya sea un laurel, un cactus o un trozo de rico queso.

Y esto si que no tiene vuelta de hoja, mi padre también lo hacía. Solo que a él le daba por las herramientas. Cada domingo y después de salir de misa, venía la comunión de las herramientas. A él le hacía ilusión y a mi también. Un hacha y mira que hacha y yo pensando, ¡pero Papá si ya tenemos 20 hachas!. Y la sierra y el martillo y las puntas de acero galvanizado y masilla de aceite y sulfato de cobre. Yo aún no estoy en pleno brote, pero sé que he iniciado ese camino. estoy en la fase de prueba o en la fase iniciática. Pero bueno, mientras no me de por comprar chalets y en primera línea de playa, todo se puede ir arreglando. El Laurel valió 10 euros y los tres cactus, 1,20 cada uno. Creo y de momento que puedo permitírmelo y sino no pudiera, que conste que también lo haría

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JULIO CORTÁZAR