UN TÍO BLANDITO

Qué mejor cosa hay que salir a la calle y dar un abrazo al primero que pase y si es una tía, pues mejor (para mí, claro) y ya está, un abrazo y ya está. No se vaya a confundir un simple abrazo con una metedura de mano, no señor. Sí, porque hoy tengo ganas de un abrazo amigo y como aquí casi no tengo amigos, pues tendré que dárselo al primero que pase. Podía decirse que hoy estoy ñoño o blandito. Blandito, es un tipo de tío grimoso, un tío o tía carente de carácter o de personalidad y por tanto es un tío que dice que sí o que no y dependiendo de con quién esté delante.

Y no tiene que ser un tío obeso, pues no es ese el tipo de blandura de la que yo hablo. Hablo de blandura de pensamiento o también se puede decir, de blandura ideológica. Claro que suele coincidir la blandura ideológica con un tipo de piel determinada, una piel brillante y sonrosada, vamos igual que un cerdito sudando. Y tiene más estigmas físicos el Blandito: se peina correctamente y con la raya a un lado, va bien afeitado, visto en estilo neutro, ni llamativo ni anticuado, y en tal caso, se atreve a ponerse un zarcillo en la oreja (eso los más lanzados, claro).

Habla finamente y sin alterarse. Y dice que sabe escucharte, y cuando en realidad pone cara de poker o de neutro y solo se oye su mantra: aguanta y sin decir nada. Al final una sonrisa compasiva y ¡hala! que te vayan dando. Pero por lo bajines, ay!! por lo bajines es un tío de cuidado. Le  sale todo el odio acumulado y de su boca sale veneno de serpiente y sapos y culebras y cizaña, mucha y mucha cizaña. Y cuando vuelve al ruedo de nuevo se vuelve a transformar en un ser neutro y amorfo. Pero, como ya dije, por los bajines es la cosa más venenosa y rastrera. Dios lo creó y como no se acordaba de como se llamaba, yo tuve el placer de recordárselo y le dije que se llamaba: ¡BLANDITO!
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JULIO CORTÁZAR