EL DESCANSO DEL GUERRERO

Dicen que escribir, como pensar, estimula la mente. Entonces yo debía estar hiperestimulado y entonces y cuando menos, debía ser un volcán en ebullición continua. Y yo no me siento así, pues siento que mi cerebro bulle por dentro, pero por fuera no noto esa ebullición constante. O sea mi volcán va por dentro y al principio, pienso ahora, que no lo controlaba, pues podía estar 20 horas seguidas escribiendo y dormir solo 4 horas y antes de dormir estaba absolutamente convencido de que había escrito una obra mejor que El Quijote. Si y ya sé, que era una simple sensación, pero una sensación demasiado placentera.

Claro que al día siguiente venía el chasco y cuando leía lo escrito, me quedaba simplemente con los dedos cruzados. Pues aquello era el cuaderno de un esquizofrénico y en pleno brote, pues lo que yo había pensado, no se correspondía y para nada, con lo que yo estaba leyendo. Y eso me pasó muchas veces y todo era porque hace dos años no me conocía tanto y además estaba seguro que para escribir bien, había que hacerlo compulsivamente.

Yo estoy convencido que eran pequeños o medianos brotes y no eran más grandes, porque de cierta forma los controlaba. Aprovechaba el momento de la bajada y que solía coincidir después de leer lo escrito y me retiraba a mis santos aposentos. después quedaba medio tocado un par de días y jurando que lo de escribir era para otros. Pero pasados esos dos días, me empezaba a subir la temperatura y entonces tenía que ponerme a escribir y a escribir compulsivamente.

 Y así fui funcionando en el día a día, con altibajos y con un esfuerzo bestial. Ahora ya no pienso igual, ahora necesito escribir tranquilo y descansar de vez en cuando y ese volcán que llevo dentro solo lo enciendo a veces, pues para que mi cerebro se active y funcione, necesita épocas de descanso. A esos descansos le llaman, EL DESCANSO DEL GUERRERO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR