Está claro que en ésta vida no todo es pasar por el Arco del Triunfo y simplemente lucir tus victorias. Pues no señor, hay muchas y abundantes derrotas y en general entre ellas más o menos se compensan. Pero entre las derrotas las peores de llevar, son las que no comprendes su causa, como se dice en medicina, son las de etiología desconocida. Y si no sabes su causa, si puedes saber su empírico diagnóstico, pero no su tratamiento concreto. Y entonces te quedas, como se dice en mi tierra, con cara de parbo o de tonto y porque no sabes que hacer.
Después de ésta fase de choque y perplejidad, viene las fase del consuelo y el buscar en los demás problemas parecidos y aunque se cumpla el refrán que dice, que consuelo de muchos consuelo de tontos, igualmente tú te ves necesitado de buscar esos puntos comunes con los demás. Es un instinto defensivo que te sirve de consuelo y que a veces te ayuda a relativizar. Pues a veces un simple problema se engrandece por si solo y al final, se puede hacer una bola de nieve y el que veas que a tú alrededor hay problemas parecidos, relativiza el problema, aunque no deje de ser eso, un problema.
Por último viene la fase de comerte el coco y de darle vueltas y más vueltas al problema. Y contemplas mil posibles soluciones, pero siempre volvemos al principio, sino sabes la causa, tampoco sabes la solución adecuada. Quizá la clave esté en el tiempo y por tanto sería recomendable tomarse la cosa con tranquilidad. Pero eso es muy fácil de decir y muy difícil de cumplir y porque llega un momento en que te obsesionas. Aún así, el camino tiene que ir por ahí, en tranquilizarte y que el tiempo te vaya dando las claves de como debe afrontarse ese problema. ¡Filosofía barata, pero filosofía práctica!. ¿O no?.
Después de ésta fase de choque y perplejidad, viene las fase del consuelo y el buscar en los demás problemas parecidos y aunque se cumpla el refrán que dice, que consuelo de muchos consuelo de tontos, igualmente tú te ves necesitado de buscar esos puntos comunes con los demás. Es un instinto defensivo que te sirve de consuelo y que a veces te ayuda a relativizar. Pues a veces un simple problema se engrandece por si solo y al final, se puede hacer una bola de nieve y el que veas que a tú alrededor hay problemas parecidos, relativiza el problema, aunque no deje de ser eso, un problema.Por último viene la fase de comerte el coco y de darle vueltas y más vueltas al problema. Y contemplas mil posibles soluciones, pero siempre volvemos al principio, sino sabes la causa, tampoco sabes la solución adecuada. Quizá la clave esté en el tiempo y por tanto sería recomendable tomarse la cosa con tranquilidad. Pero eso es muy fácil de decir y muy difícil de cumplir y porque llega un momento en que te obsesionas. Aún así, el camino tiene que ir por ahí, en tranquilizarte y que el tiempo te vaya dando las claves de como debe afrontarse ese problema. ¡Filosofía barata, pero filosofía práctica!. ¿O no?.
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