Y claro que la noche me confunde, pero también me confunde el día y sobre todo si es un día nublado y tirando a plomizo. También me confunde la primavera cuando estalla y es que es tal canto a la vida que me estremece y esa sensación me deja perplejo. No puedo dejar de sentir empatía con esa estación, pues por la vista me entran sus colores y eso estimula mis sensores receptivos y cuando llegan a mi cerebro, son serpientes que me inyectan su veneno.Pero la gente también me confunde y sobre todo cuando formando masa. Pues la masa deforma las formas más humanas y borra las individualidades y una persona es una persona y dos son dos y cinco, cinco, pero miles de personas ya no son miles, son simplemente masas. Y las masas son capaces de hacer las mayores atrocidades y ahí no caben razonamientos posibles, pues lo que impera y domina en la masa, es lo más mezquino del ser humano. Y vale más que nada, la sed de venganza, la envidia, la ignominia y la crueldad sin límites.
Por último, me confunden las buenas palabras. Pues hay mucho artista por la vida y son en su mayoría unos buenos actores. Si fueran malos no me confundirían. Hay gente vacía y hueca, pero que tiene el don de la palabra y a la vez un instinto muy desarrollado, que es saber lo que quieren los demás. Y con rapidez y con cuatro detalles sueltos, son capaces de coger el hilo de tú película y entonces y con una buena verborrea ya entrenada, te empiezan a untar manteca.Y al final casi te convencen de lo que quieren, pero casi, pues ahora yo también pido tiempo a las personas. Y en el paso de ese tiempo a estos seres huecos y vacíos, se les va cayendo el careto de ser un buen tío. La maldad se disimula durante un tiempo relativo, después y de tanto acumularse, les sale de repente y cuando se les revientan sus entrañas.
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