EVENTOS DEL TRABAJO

Y hoy tenía comida con los compañeros de trabajo. Y digo que tenía, pues me he rajado, pero con razones y no sé si de peso, pero tenía mis propias razones. La verdad es que siempre me costo asistir a éste tipo de eventos, pues el trabajo es el trabajo y el divertirse es otra cosa. Pero tampoco hay que arrimar tanto el ascua a la sardina y no hay que polarizar tanto las cosas, porque en el fondo es una simple comida y no por ir a ella tienes que hacerte amigo y gran hermano del resto de los compañeros.

Y ésta vez tenía ganas de ir y debe ser de las pocas veces que puedo decir eso. Son manías que se adquieren con el tiempo y yo tengo buenos antecedentes previos. Siempre me acuerdo de las dos o tres comidas al año que hacíamos los médicos y enfermeros de la zona da Costa da Morte (Galicia). Zona dura y muy dura y aislada, tan aislada o más que ésta Isla en la que vivo y esa zona es de Inviernos eternos y de lluvias torrenciales. La luz se iba casi todos los días y los vientos soplaban la zona con demasiada frecuencia.

Daba la sensación que estabas en una zona de castigo y en cierta forma lo era, pues los que caían a currar por la zona presentaban sus propias características, por no decir otra cosa. No todos eran gente especial, había un tanto por cien de "normales", y estos como mucho sumaban el 30%. El 70% restante eran especiales, pero especiales de necesidad psiquiátrica. Había algún esquizo suelto, algunas depres más profundas que la Fosa Atlántica y sobre todo había Alcohólicos, pero no alcohólicos sueves y solo de fin de semana, los había de darse un buen lingotazo en cada desayuno.

Solo hay que figurarse las cenas pantagruélicas con un grupo tan variopinto. Comida a lo bestia y tal como se come en esa zona y bebida a espuertas. Los esquizos acababan subidos a las lámparas, los depres lloraban sin tener consuelo y los borrachos eran los únicos que estaban bien en su propia salsa. O sea que salías de allí con la moral altísima y tan alta era, que tú primer pensamiento era, como coño podía uno cambiar de zona. Porquee olías y para ello no hay que ser muy listo, que seguramente tú acabarías siendo uno más de la pandi y por tanto tenías que escoger si ser un Esquizo, o un depre profundo o un borracho hasta la médula. No había más abanico. Y al parecer desde esas épocas, le cogí manía a éste tipo de eventos.

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JULIO CORTÁZAR