FANTASMAS

Bueno, pues son las 8 y 20 de la tarde y ya estoy de vuelta en casa. Al final ni manifestación ni hostias benditas, pues fui a llevar a mi hijo pequeño al quinto carajo, y en ésta Isla el quinto carajo es equivalente a 10 kilómetros  y por el trayecto pensé, ¿porqué voy a ir a una cosa que no me apetece ir? y entonces dirigí mi buga hacia mi pueblo y aquí estoy de nuevo. Las cosas hay que hacerlas con ganas, sino es mejor dejarlas o apartarlas para otro día. A veces hay que aligerar la mochila que uno lleva encima y soltar lastre y dejarse llevar por el instinto. Y si me iba a tomar la manifestación como una procesión de Semana Santa, pues para eso no voy y punto.

Además ayer tuve guardia y mañana tengo otra y estoy bastante cansado y un poco desganado. Cuanto pagaría para que hiciera otro la guardia. Bueno no sigo por ahí, pues el curre si que es sagrado e intocable y por tanto no puedo templar gaitas, ni andar con paños calientes, tengo que currar y ya está dicho. Mañana a las 7 de la mañana me pongo el traje de Superman y ¡hala!, a salvar vidas. Y lo malo del tema, es que hay algunos de mis compañeros que se lo creen y van ejerciendo de ello. Claro que para ello hay que tener una buena dosis de prepotencia, pero hay gente que no tiene ningún problema con esto, pues ya han nacido con ella.

Después sus conversaciones siempre giran sobre lo mismo, sobre catástrofes, salvamentos y accidentes de tráfico y gracias a mi y gracias a mi y así hasta el infinito, salvé a ese tío o tía, pero antes tuve que hacer  rapel por aquél precipicio de 500 metros o con el coche medio ardiendo o ardiendo del todo,
me metí a sacar a la tía o con olas de 20 metros me tiré al agua y salvé al niño, al final y como se ve, siempre salvan a alguien, pero antes pasando por un puto infierno. Después el infierno no lo es tanto y no sólo actuó el solo, hubo más personas que echaron una mano, pero esa parte siempre se les olvida. Pero el YO nunca lo olvidan y yo..., y yo... y yo tengo un ombligo más grande que el océano Atlántico y gracias a mi, el mundo puede seguir viviendo. Así de grandes son los salvadores, bueno y así de sencillos. Y en realidad lo que son, son los fantasmas de las emergencias.

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JULIO CORTÁZAR