Es evidente que hoy me beberé a los mares, pues con la sudada que llevo, no me va a quedar otro remedio. Estoy como un pez fuera del agua, doy bocanadas por la boca y respirando por las agallas. Después que digan, ¡que viva el Verano!, si no hay quién pueda vivir bajo el fuego de ésta caldera. Yo soy de Veranos templadetes, con relativo calor por el día y sin pasarse un pelo y al llegar a la noche que se enfríe la temperatura y lo necesario, para tener que abrigarse un poco. Ese es mi ideal de Verano y seguirá siéndolo, pues aún no he encontrado ese Verano perfecto.
En los sitios donde refresca, al final acaba lloviendo y donde el sol trepana y penetra los sesos, la noche sigue igual o casi igual de caliente. Y esto último supone dormir empapado en tus propios sudores y dando vueltas y vueltas en tu cama. Y si estás acompañado, ya no digamos, dos cuerpos sudorosos que se repelen por el calor que emanan. Lo único que me gusta del Verano, es la sombra o las sombras. Una siesta debajo de una buena y espléndida sombra, es el mayor placer de los dioses y si te da una brisa suave y que te enternece con la suavidad de sus caricias, entonces apaga y vamonos.
En los sitios donde refresca, al final acaba lloviendo y donde el sol trepana y penetra los sesos, la noche sigue igual o casi igual de caliente. Y esto último supone dormir empapado en tus propios sudores y dando vueltas y vueltas en tu cama. Y si estás acompañado, ya no digamos, dos cuerpos sudorosos que se repelen por el calor que emanan. Lo único que me gusta del Verano, es la sombra o las sombras. Una siesta debajo de una buena y espléndida sombra, es el mayor placer de los dioses y si te da una brisa suave y que te enternece con la suavidad de sus caricias, entonces apaga y vamonos.
Del verano me gusta eso y la alegría que hay en la calle. Y sobre todo en ésta Isla, donde en el Invierno se queda congelada y no salen ni los gatos ni los perros callejeros. Y en Verano tampoco es el despiporre y que haya mareas humanas por las calles, pero por lo menos hay gente, hay gente, voces, risas, música y por tanto hay vida. Y es que se trata de eso, de que si vives con más gente alrededor, por lo menos que te enteres de que existen y de que son personas y no objetos inanimados y que tú eres uno más entre ellos. Claro que si al día siguiente te toca currar, ya no piensas lo mismo. De todas formas sigue mereciendo la pena perder sueño a cambio de ganar en estímulos vitales.
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