Dicen que la paciencia es la madre de la ciencia. Y yo tengo que decir que carezco de ella y por tanto soy un impaciente o un desesperado del tiempo. Cuando tengo ganas de algo, lo quiero al instante y no soy capaz de dominarme. Es lo mismo que decir que un deseo se convierte en compulsivo y en una idea fija y al final se te mete entre ceja y ceja. Hay personas que tienen la capacidad de mirar varios objetivos al mismo tiempo y si no funciona uno, pues van a por el otro y en general son personas más flexibles y más adaptativas. Yo no, yo quiero eso y soy como un niño mimado en busca de un caramelo.
Pero ya hablaba del impulso inicial, de ese impulso que se tiene cuando no se consigue algo. Y mi impulso en primera instancia, es obsesivo y compulsivo. Y ahora lo domino un poco, pero antes no y era una esponja de malas sensaciones. Todo me obsesionaba y por tanto me frustraba. Ahora ya soy capaz de dejarlo para después o si hace falta para mañana y porque mañana es otro día y lo veré de diferente forma. Y así es, las cosas se ven con otro cristal y según te encuentres. Y dado mi exceso de compulsividad, es lo mejor que puedo hacer, es dejar que las cosas reposen.
O sea que mentalmente soy rígido y obsesivo. Y es que además yo nací con una bajo umbral para la frustración. Me frusto con cualquier cosa, aunque tampoco es del todo cierto, pues cualquier cosa no es,
pues para mi y dadas mis propias características cualquier cosa es algo vital y muy importante. O sea que sobrevaloro las cosas y les doy un valor que no tienen. Y lo más jodido de todo, es que después me cuesta un huevo y la yema del otro situar las cosas en su sitio. Porque al final te ves obligado a situar las cosas en su sitio, porque sino te volverías loco del tarro.
Pero ya hablaba del impulso inicial, de ese impulso que se tiene cuando no se consigue algo. Y mi impulso en primera instancia, es obsesivo y compulsivo. Y ahora lo domino un poco, pero antes no y era una esponja de malas sensaciones. Todo me obsesionaba y por tanto me frustraba. Ahora ya soy capaz de dejarlo para después o si hace falta para mañana y porque mañana es otro día y lo veré de diferente forma. Y así es, las cosas se ven con otro cristal y según te encuentres. Y dado mi exceso de compulsividad, es lo mejor que puedo hacer, es dejar que las cosas reposen.
El instinto es que el que a mi me mata. Pues como el instinto me diga éste tío que acabo de conocer es mala persona, cuidado porque me transformo en un ser lleno de odio y entonces no me controlo. Me viene esa sensación que se tiene de que tus palabras van por delante y que después las piensas, pero que ya las has dicho. Y ese el problema, que el instinto casi siempre acierta, pero no siempre. Y a veces hay que sopesar las cosas y situarlas en el entorno y no dejar de decir lo que piensas, pero dando tiempo al tiempo. Paciencia o prudencia, le llaman y por algo que dicen que la paciencia es la madre de la ciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario