Yo añoro lo lejano, pero a veces también añoro lo más cercano y entonces soy una fuente de añoranza, pero de una añoranza que no me hace daño, pues me gusta añorar y sentir esa necesidad de querer volver a los mismos sitios que echo de menos. Pues si hay añoranzas que hacen daño y lo hacen cuando ese sentimiento te desborda y eres incapaz de vivir el presente y de pensar en el futuro. O sea que ese pensamiento de añoranza te anula como persona y tus deseos se van tornando en obsesivos. Son deseos de volver hacia lo anterior y cuando lo anterior nunca va a ser igual del como fue en sus tiempos.
La añoranza me gusta, pues soy gallego y a nosotros nos entusiasma la morriña, que es más o menos equivalente. Pero me diferencio en que esa añoranza o morriña me deja vivir tranquilamente en el sitio en que vivo actualmente. Es decir, no me siento esclavo de la añoranza, me siento libre de tenerla y de tenerla cuando yo quiero. Y me gusta envolverme en ella y disfrutar de sus paisajes y personas. Para mi la añoranza es un tesoro secreto y que cada uno tiene el suyo, pues las sensaciones de cada uno, son personales, íntimas y son muy propias.
Y ya pudiste estar en el sitio más bonito del mundo, que como no estuvieras con buenas sensaciones, para ti ese sitio fue una mierda y al cuadrado. Por tanto la añoranza solo va de sensaciones buenas y de ahí te vienen los recuerdos gratificantes de paisajes y de personas. Las malas no las añora nadie, las malas entran por la puerta de atrás y se instalan en tu sofá y es más te pueden llegar a torturar. Pero de vez en cuando hay que dejarlas entrar y porque de todo se aprende y así y también valoras mejor lo positivo. Yo cada día añoro algo, hay días en que añoro más a un sitio o una persona y en otros, añoro un simple detalle, un beso, un abrazo, una flor o una risa. Entonces lo que si puedo afirmar, ¡es a mi me gusta añorar!.
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La añoranza me gusta, pues soy gallego y a nosotros nos entusiasma la morriña, que es más o menos equivalente. Pero me diferencio en que esa añoranza o morriña me deja vivir tranquilamente en el sitio en que vivo actualmente. Es decir, no me siento esclavo de la añoranza, me siento libre de tenerla y de tenerla cuando yo quiero. Y me gusta envolverme en ella y disfrutar de sus paisajes y personas. Para mi la añoranza es un tesoro secreto y que cada uno tiene el suyo, pues las sensaciones de cada uno, son personales, íntimas y son muy propias.Y ya pudiste estar en el sitio más bonito del mundo, que como no estuvieras con buenas sensaciones, para ti ese sitio fue una mierda y al cuadrado. Por tanto la añoranza solo va de sensaciones buenas y de ahí te vienen los recuerdos gratificantes de paisajes y de personas. Las malas no las añora nadie, las malas entran por la puerta de atrás y se instalan en tu sofá y es más te pueden llegar a torturar. Pero de vez en cuando hay que dejarlas entrar y porque de todo se aprende y así y también valoras mejor lo positivo. Yo cada día añoro algo, hay días en que añoro más a un sitio o una persona y en otros, añoro un simple detalle, un beso, un abrazo, una flor o una risa. Entonces lo que si puedo afirmar, ¡es a mi me gusta añorar!.
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